miércoles, 28 de diciembre de 2011

Él

Ayer en una más de mis noches de insomnio, mientras miraba despierta el techo de mi habitación sentí un brazo suave que pasaba sobre mi cintura y me jalaba contra un pecho fuerte y cálido. Entonces pensé en este abrazo que me ha cobijado por los últimos siete años y en que he escrito algunas notas en mi blog pero no sobre una de las personas más importantes en mi vida hoy: mi esposo.

Cuando lo conocí había hecho la firme resolución de no pensar más en casarme, inclusive le había dicho fuertemente a mi madre que deje de contarme los bien intencionados comentarios de mis tías y primas respecto a mi soltería. Hecho mi propósito trataba de continuar con mi vida, cuando un buen día me uní a un grupo de sanación con imposición de manos y fue alli donde conocí a este hombre noble, de mirada cálida que me brindó su amistad sin aspavientos ni pretensiones.

Y nos conocimos, y nos casamos exactamente al año de conocernos en una ceremonia sencilla, muy cálida y bonita solo con los amigos y familiares más queridos y sin el bullicio acostumbrado por la mayoría de las personas que anuncian fuertemente su unión. Cuando pienso en mi boda, creo que esa ceremonia representa de alguna forma nuestro matrimonio: un matrimonio sencillo, lleno de cosas bonitas y que sin ninguna pretención se mantiene  hoy después de siete años. Durante las semanas previas a mi boda, recuerdo los consejos y comentarios de mis amigas que me decían que ahora empezaba una nueva vida toda iba a cambiar, que los primeros meses son complicados, que acostumbrarse a vivir con alguien nuevo toma  tiempo y cosas por el estilo. Pero yo nunca experimenté ninguno de sus presagios ya que desde el primer día sentí que habíamos vivido juntos desde siempre, que no hubo grandes cambios ni adaptaciones en mi vida y que el convivir con él era algo muy natural.

Creo sinceramente que si mi matrimonio ha sido bueno hasta ahora es gracias a la manera de ser de mi esposo. Mi genio bastante difícil y complicado me ha traido más de un problema mientras que él es el tipo de persona que no se complica con las cosas y que suele ser muy práctico. No es crítico ni tiende a juzgar a las personas y creo que puedo decir sin temor a equivocarme que en todo el tiempo que llevo de casada le he escuchado comentar la vida de alguien en dos o tres ocasiones a lo mucho. A menudo me pregunto que hace que este hombre sin pretenciones ni bullicio logre ser siempre querido y apreciado por las personas que lo conocen sean estos amigos, vecinos, clientes de su negocio o familiares y creo que es esa energía buena que emana. Pienso que todas las personas reaccionan favorablemente a la bondad consciente o inconscientemente y es por eso que sin proponérselo mi esposo tiene tantos amigos y personas buenas alrededor que siempre están dispuestas a ayudarlo como él a menudo hace. Y que es con un tipo de sabiduría práctica, aquella que no se aprende en libros ni universidades, que resuelve sus problemas sin grandes dificultades.

Al reflexionar en como nuestras vidas fueron muy diferentes me pregunto como nos unimos. Mientras yo veía televisión de niña, me preocupaba por no tener la mochila de moda en el colegio o en que mi mamá no me daba permiso para ir al cine con mis amigas, mi esposo montaba a caballo, hacía concursos de  quien nada más lejos en el río, atrapaba luciérnagas en la noche y aprendía a boxear en el improvisado ring a la vuelta de su casa. Recuerdo mi sorpresa al ver por primera vez sus grandes tatuajes  los cuales no concuerdan de modo alguno con su forma de ser y de como él sonrió y me contó de su vida universitaria, de sus noches de juerga, de sus días de entrenar en el gimnasio y de cómo un buen día decidió que ya era suficiente y  dejó esa forma de vida para empezar una nueva etapa.

Cuando pienso en él en las noches no puedo evitar que en ocasiones mis ojos  se llenen de lágrimas mientras doy gracias a Dios por haberme hecho conocer a este hombre generoso que me quiere y me acepta tal cuál soy, alguien con quien de verdad puedo ser yo sin pretender ser más inteligente, divertida, menos neurótica o criticona de lo que realmente soy. Alguien que llena de flores mi casa, que me cuida y me protege como nadie, ni siquiera mis padres lo hicieron, alguien a partir de quien he decidido ser mejor persona.

Un día una buena amiga comentó que tu persona ideal es aquella con quién te ves de viejo. Y yo me pregunté si me veo de vieja con este hombre. Y realmente no lo sé. Creo que la vida nos va mostrando día a día lo que viene y no podemos saber a ciencia cierta como será después. Por ahora solo sé que vivo con este hombre a quién respeto y amo. Sé que lucho porque la rutina no atrape mi matrimonio y lo mate. Sé que intento hacerlo feliz. Y en el futuro... no lo sé tal vez un día nos separemos, tal vez sigamos juntos para siempre, por ahora solo tengo el presente y este es uno bueno lleno de sueños y de proyectos. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Hoy

Diciembre empezó  y como probablemente les sucede a muchas personas esto me hace reflexionar en este año que está por terminar.
Y cuando pienso en esto me veo a mi misma hace un año exactamente y veo que me han sucedido muchas cosas desde entonces:
v  Durante este año desperté por así decirlo y reflexioné realmente sobre mi  vida y en como la había vivido hasta entonces. Estoy convencida que esto sucedió porque era el momento adecuado y  también sé que hubo alguien que me ayudó a hacerlo. Ese alguien que ya no está conmigo y cuando lo recuerdo lo hago cariño y confío en que un día podamos aclarar el mal entendido que finalmente nos alejó.
v  Hoy trato conscientemente de tener pensamientos positivos y de enfocar mi energía en cosas buenas. He definido claramente mis sueños inmediatos y trabajo en ellos cada día.
v  Hace un año yo no me daba cuenta de muchas cosas y reaccionaba a menudo sin pensarlo. Hoy aún escuchó a mi corazón pero me tomo el tiempo de asegurarme que es él quién me habla y no mi alocado temperamento.
v  Hace un año sabía con relativa certeza que pasaría en los meses siguientes, hoy tengo una idea de que pasará el próximo año pero prefiero vivir la aventura de este y no hacer planes más allá de lo necesario.
v  Hace un año tenía un amigo que me acompañaba y era mi consciencia. Hoy él ya no está cerca y lo extraño mucho. Cuando lo recuerdo prefiero no sentir tristeza y le deseo lo mejor y lo bendigo aunque él piense lo contrario.
v  Hoy he conocido mejor a personas con quienes antes casi no me comunicaba y he descubierto lo buenas que son y lo bueno que es saberlas mis amigas.
v  Hoy sé que solo yo soy responsable por lo que siento y que mi felicidad es solo mi responsabilidad.

Sé que otras cosas están por suceder y hoy quiero enfocarme en el presente que es finalmente lo único que tenemos. Quiero disfrutar la vida. Quiero conocer nuevas personas, estudiar nuevas cosas, vencer nuevos retos, comer más dulces, relajarme más, olvidar el pasado y enfocarme en mis sueños.  Hoy quiero ser feliz.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Tiempo de rasgar, tiempo de coser

Hace un tiempo leí parte de este texto bíblico en un libro de Paulo Coelho. Hoy desperté pensando en él y entonces lo busqué y decidí ponerlo en esta nota. Como el texto dice existe un tiempo para todo lo que hacemos en nuestras vidas y en este momento de la mía creo que es mi tiempo de plantar nuevos sueños y proyectos, tiempo de sanar de heridas pasadas algunas infringidas por mí misma, tiempo de construir nuevas oportunidades, tiempo de abrazar a amigos y a los nuevos amigos que de seguro vendrán y también tiempo de amar la vida, mis experiencias, a las personas que me acompañan, a las que entraron y salieron de mi vida y sobretodo de amarme a mí misma. Mi tiempo de llorar debe llegar a su fin, creo ya morí, esparcí piedras, destruí y estuve de luto y aunque lo cíclico de la vida haga que vuelva a experimentarlo por ahora ese círculo ya se cerró.  Y  creo que es además tiempo de despedirse y finalmente decir adiós hasta que la vida haga que el tiempo de aclarar los malos entendidos llegue.

Espero querido lector que puedas tú también encontrar tu tiempo ideal y entonces comprender que las cosas suceden en el momento correcto. Esto no siempre es fácil y en ocasiones cuando estamos tristes o tenemos problemas escucharlo suena a un cliché pero creo que en ello radica parte de el ser sabio, en recordar que todo tiene un propósito y en confiar que la vida, el amor y Dios, energía divina, universo o como quieras llamarlo harán que las cosas sucedan en el tiempo perfecto. Como el texto dice de nada sirve afanarse.

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:
un tiempo para nacer,
y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar,
y un tiempo para cosechar;
un tiempo para matar,
y un tiempo para sanar;
un tiempo para destruir,
y un tiempo para construir;
un tiempo para llorar,
y un tiempo para reír;
un tiempo para estar de luto,
y un tiempo para saltar de gusto;
un tiempo para esparcir piedras,
y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse,
y un tiempo para despedirse;
un tiempo para intentar,
y un tiempo para desistir;
un tiempo para guardar,
y un tiempo para desechar;
un tiempo para rasgar,
y un tiempo para coser;
un tiempo para callar,
y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar,
y un tiempo para odiar;
un tiempo para la guerra,
y un tiempo para la paz.
De nada sirve afanarse

(Eclesiastés 3)


domingo, 16 de octubre de 2011

María

María nació inocente y pura en un mundo no tan inocente y puro.

Sus padres fueron personas muy sabias pero que cometieron errores estúpidos como todas las personas muy sabias.

Fue a un colegio en donde le enseñaron a creer en sí misma pero al mismo tiempo la regañaban por ser ella misma.

Tuvo amigos que la quisieron realmente y que la decepcionaron realmente y ella quiso realmente y decepcionó realmente a sus amigos.

Se enamoró muchas veces y se desenamoró muchas más. Amó y odió y volvió a amar y volvió a odiar y al final nunca supo si amó u odió más.

Estudió lo que quiso pero trabajo en lo que debía.

María enseñó y fue enseñada y aceptó y entregó mucho pero también quitó y negó mucho. María aprendió a llorar con una canción mientras peleaba por una injusticia y nunca olvidó rezarle a su dios aún cuando sabía que este esperaba que sea ella misma quién se salve.

Y un día cuando vieja miró hacia atrás y se vio a sí misma y vio que rio lo suficiente pero también lloró lo suficiente. Y pensó que la vida era justa y era injusta al mismo tiempo y que las personas eran nobles y crueles al mismo tiempo y que ella hizo lo correcto y lo incorrecto al mismo tiempo y decidió que era un buen momento para morir ya que había vivido y muerto en vida muchas veces.

Y entonces cerró los ojos, suspiro satisfecha por haber vivido una vida buena y mala al mismo tiempo y sonrió antes de morir sabiendo que volvería a vivir muy pronto.

lunes, 10 de octubre de 2011

The man behind the apple

To be honest before last week I didn’t know much about Steve Jobs. It was after watching a TV program about him and his life that I got to learn something about this amazing person. What I heard caught my attention and I decided to look for this speech and I’m really happy I did because I found one of the most inspiring messages I’ve read in a long time. My only contribution to this post apart from this brief introduction is to have copied the speech this great man gave at the University of Standford in 2005. I hope dear reader it has something to tell you as it did to me.
Steve Jobs’ speech

I am honored to be with you today at your commencement from one of the finest universities in the world. I never graduated from college. Truth be told, this is the closest I've ever gotten to a college graduation. Today I want to tell you three stories from my life. That's it. No big deal. Just three stories.
The first story is about connecting the dots.

I dropped out of Reed College after the first 6 months, but then stayed around as a drop-in for another 18 months or so before I really quit. So why did I drop out?

It started before I was born. My biological mother was a young, unwed college graduate student, and she decided to put me up for adoption. She felt very strongly that I should be adopted by college graduates, so everything was all set for me to be adopted at birth by a lawyer and his wife. Except that when I popped out they decided at the last minute that they really wanted a girl. So my parents, who were on a waiting list, got a call in the middle of the night asking: "We have an unexpected baby boy; do you want him?" They said: "Of course." My biological mother later found out that my mother had never graduated from college and that my father had never graduated from high school. She refused to sign the final adoption papers. She only relented a few months later when my parents promised that I would someday go to college.

And 17 years later I did go to college. But I naively chose a college that was almost as expensive as Stanford, and all of my working-class parents' savings were being spent on my college tuition. After six months, I couldn't see the value in it. I had no idea what I wanted to do with my life and no idea how college was going to help me figure it out. And here I was spending all of the money my parents had saved their entire life. So I decided to drop out and trust that it would all work out OK. It was pretty scary at the time, but looking back it was one of the best decisions I ever made. The minute I dropped out I could stop taking the required classes that didn't interest me, and begin dropping in on the ones that looked interesting.

It wasn't all romantic. I didn't have a dorm room, so I slept on the floor in friends' rooms, I returned coke bottles for the 5¢ deposits to buy food with, and I would walk the 7 miles across town every Sunday night to get one good meal a week at the Hare Krishna temple. I loved it. And much of what I stumbled into by following my curiosity and intuition turned out to be priceless later on. Let me give you one example:

Reed College at that time offered perhaps the best calligraphy instruction in the country. Throughout the campus every poster, every label on every drawer, was beautifully hand calligraphed. Because I had dropped out and didn't have to take the normal classes, I decided to take a calligraphy class to learn how to do this. I learned about serif and san serif typefaces, about varying the amount of space between different letter combinations, about what makes great typography great. It was beautiful, historical, artistically subtle in a way that science can't capture, and I found it fascinating.

None of this had even a hope of any practical application in my life. But ten years later, when we were designing the first Macintosh computer, it all came back to me. And we designed it all into the Mac. It was the first computer with beautiful typography. If I had never dropped in on that single course in college, the Mac would have never had multiple typefaces or proportionally spaced fonts. And since Windows just copied the Mac, it's likely that no personal computer would have them. If I had never dropped out, I would have never dropped in on this calligraphy class, and personal computers might not have the wonderful typography that they do. Of course it was impossible to connect the dots looking forward when I was in college. But it was very, very clear looking backwards ten years later.

Again, you can't connect the dots looking forward; you can only connect them looking backwards. So you have to trust that the dots will somehow connect in your future. You have to trust in something — your gut, destiny, life, karma, whatever. This approach has never let me down, and it has made all the difference in my life.

My second story is about love and loss.
I was lucky — I found what I loved to do early in life. Woz and I started Apple in my parents’ garage when I was 20. We worked hard, and in 10 years Apple had grown from just the two of us in a garage into a $2 billion company with over 4000 employees. We had just released our finest creation — the Macintosh — a year earlier, and I had just turned 30. And then I got fired. How can you get fired from a company you started? Well, as Apple grew we hired someone who I thought was very talented to run the company with me, and for the first year or so things went well. But then our visions of the future began to diverge and eventually we had a falling out. When we did, our Board of Directors sided with him. So at 30 I was out. And very publicly out. What had been the focus of my entire adult life was gone, and it was devastating.
I really didn't know what to do for a few months. I felt that I had let the previous generation of entrepreneurs down - that I had dropped the baton as it was being passed to me. I met with David Packard and Bob Noyce and tried to apologize for screwing up so badly. I was a very public failure, and I even thought about running away from the valley. But something slowly began to dawn on me — I still loved what I did. The turn of events at Apple had not changed that one bit. I had been rejected, but I was still in love. And so I decided to start over.

I didn't see it then, but it turned out that getting fired from Apple was the best thing that could have ever happened to me. The heaviness of being successful was replaced by the lightness of being a beginner again, less sure about everything. It freed me to enter one of the most creative periods of my life.

During the next five years, I started a company named Next, another company named Pixar, and fell in love with an amazing woman who would become my wife. Pixar went on to create the worlds first computer animated feature film, Toy Story, and is now the most successful animation studio in the world. In a remarkable turn of events, Apple bought NeXT, I returned to Apple, and the technology we developed at NeXT is at the heart of Apple's current renaissance. And Laurene and I have a wonderful family together.

I'm pretty sure none of this would have happened if I hadn't been fired from Apple. It was awful tasting medicine, but I guess the patient needed it. Sometimes life hits you in the head with a brick. Don't lose faith. I'm convinced that the only thing that kept me going was that I loved what I did. You've got to find what you love. And that is as true for your work as it is for your lovers. Your work is going to fill a large part of your life, and the only way to be truly satisfied is to do what you believe is great work. And the only way to do great work is to love what you do. If you haven't found it yet, keep looking. Don't settle. As with all matters of the heart, you'll know when you find it. And, like any great relationship, it just gets better and better as the years roll on. So keep looking until you find it. Don't settle.

My third story is about death.

When I was 17, I read a quote that went something like: "If you live each day as if it was your last, someday you'll most certainly be right." It made an impression on me, and since then, for the past 33 years, I have looked in the mirror every morning and asked myself: "If today were the last day of my life, would I want to do what I am about to do today?" And whenever the answer has been "No" for too many days in a row, I know I need to change something.

Remembering that I'll be dead soon is the most important tool I've ever encountered to help me make the big choices in life. Because almost everything — all external expectations, all pride, all fear of embarrassment or failure - these things just fall away in the face of death, leaving only what is truly important. Remembering that you are going to die is the best way I know to avoid the trap of thinking you have something to lose. You are already naked. There is no reason not to follow your heart.

About a year ago I was diagnosed with cancer. I had a scan at 7:30 in the morning, and it clearly showed a tumor on my pancreas. I didn't even know what a pancreas was. The doctors told me this was almost certainly a type of cancer that is incurable, and that I should expect to live no longer than three to six months. My doctor advised me to go home and get my affairs in order, which is doctor's code for prepare to die. It means to try to tell your kids everything you thought you'd have the next 10 years to tell them in just a few months. It means to make sure everything is buttoned up so that it will be as easy as possible for your family. It means to say your goodbyes.

I lived with that diagnosis all day. Later that evening I had a biopsy, where they stuck an endoscope down my throat, through my stomach and into my intestines, put a needle into my pancreas and got a few cells from the tumor. I was sedated, but my wife, who was there, told me that when they viewed the cells under a microscope the doctors started crying because it turned out to be a very rare form of pancreatic cancer that is curable with surgery. I had the surgery and I'm fine now.

This was the closest I've been to facing death, and I hope it's the closest I get for a few more decades. Having lived through it, I can now say this to you with a bit more certainty than when death was a useful but purely intellectual concept:

No one wants to die. Even people who want to go to heaven don't want to die to get there. And yet death is the destination we all share. No one has ever escaped it. And that is as it should be, because Death is very likely the single best invention of Life. It is Life's change agent. It clears out the old to make way for the new. Right now the new is you, but someday not too long from now, you will gradually become the old and be cleared away. Sorry to be so dramatic, but it is quite true.
Your time is limited, so don't waste it living someone else's life. Don't be trapped by dogma — which is living with the results of other people's thinking. Don't let the noise of others' opinions drown out your own inner voice. And most important, have the courage to follow your heart and intuition. They somehow already know what you truly want to become. Everything else is secondary.
When I was young, there was an amazing publication called The Whole Earth Catalog, which was one of the bibles of my generation. It was created by a fellow named Stewart Brand not far from here in Menlo Park, and he brought it to life with his poetic touch. This was in the late 1960's, before personal computers and desktop publishing, so it was all made with typewriters, scissors, and polaroid cameras. It was sort of like Google in paperback form, 35 years before Google came along: it was idealistic, and overflowing with neat tools and great notions.

Stewart and his team put out several issues of The Whole Earth Catalog, and then when it had run its course, they put out a final issue. It was the mid-1970s, and I was your age. On the back cover of their final issue was a photograph of an early morning country road, the kind you might find yourself hitchhiking on if you were so adventurous. Beneath it were the words: "Stay Hungry. Stay Foolish." It was their farewell message as they signed off. Stay Hungry. Stay Foolish. And I have always wished that for myself. And now, as you graduate to begin anew, I wish that for you.

Stay Hungry. Stay Foolish.

Thank you all very much.

domingo, 9 de octubre de 2011

Hay una canción en mi cabeza

Hoy cuando desperté sonaba en la radio de mi casa una canción que al escucharla me hizo regresar a unos meses atrás. Mientras la escuchaba recordé como me sentía en esos días, que hacía, que pensaba y me vi a mi misma y a otras personas que compartieron sin saberlo conmigo esos tiempos.
Coincidentemente mientras manejaba mi auto escuché un programa de radio llamado “Hay una canción en mi cabeza” de radio Oxígeno, en este programa radial se invita a personas famosas a que compartan con la audiencia las diferentes canciones que marcaron sus vidas. Estos dos hechos me hicieron decidir escribir esta nota y pensar en las canciones que me han acompañado o como leí en un post a través del Facebook el otro día: en los soundtracks de mi vida.

Primeramente debo decir que a diferencia de varias personas yo no suelo dedicarle canciones a personas especiales sean estos familiares, amigos o parejas. Puedo asegurar sin temor a equivocarme que en toda mi vida solo le he regalado una canción a una sola persona hace un corto tiempo fuera de esto nunca más lo he hecho. Cuando pienso en canciones pienso en aquellas que escuchaba en un determinado momento de mi vida y que al oírlas hoy me hacen sentir y vivir nuevamente ese momento.

Las canciones que definitivamente me hacen retroceder a mi niñez son sin duda las de Yola Polastri. Recuerdo claramente hacer mis tareas del colegio al son Soy una Pantera y aún hoy recuerdo el estribillo que dice: “Soy una pantera que vive feliz, tengo mil motivos para sonreír, la vida es hermosa de color de rosa todo es alegría para mi” y el inolvidable Cepillin y puedo verme sentada en la mesa del comedor de mi casa con mi cuaderno abierto y mi lápiz de carboncillo negro y el obligatorio lápiz de color rojo para marcar las letras mayúsculas y los signos de puntuación.
Cuando escucho a Yola también recuerdo a mi amada madre y mi abuela y las veo sonreír mientras yo saltaba y daba vueltas reproduciendo las coreografías y soñando con convertirme en una de las “burbujitas”

Mi adolescencia estuvo marcada por Luis Miguel que me hacía suspirar por el chico de mis sueños de esa época, con Michael Jackson y sus alucinantes coreografías, con Queen infaltable en las fiestas, con Soda Stereo, la lambada, la sexy y rebelde Madonna, Chicago, Cindy Lauper y los chicos de  The New Kids on the Block solo por nombrar a algunos y cuando los menciono recuerdo mis días de colegio y me veo yendo a mis clases de inglés por las tardes caminando contenta mientras cruzaba el Parque Mayta Capac, me veo también en las fiestas de quince años cuando me preocupaba por tener el vestido perfecto y recuerdo como me sentía en esos años en que empezaba a descubrir quién era yo.

Fueron Gianmarco, Air Supply cuyas letras de canciones recuerdo copiar a mano una por una y guardarlas como tesoros, Ace of Base, Vanilla Ice, Phill Collins, Vilma Palma e Vampiros, Juan Luis Guerra, Los Ilegales, Los Prisioneros, The Sacados, Mana, Fito Paez y Eros Ramozzotti entre otros quienes me hacen verme saliendo de la universidad riendo con mis amigas, reuniéndonos en alguna casa para hacer un trabajo, soñando con otro chico, bailando rap disfrazada de un huevo gigante en el concurso de baile entre facultades y soñando con conquistar el mundo.

Ya mientras trabajaba en el Cultural eran Santana, Shania Twain, Green Day, Celine Dion, Erasure, The Cranberries, Tiziano Ferro, Miguel Bose con su Morena Mía, nuevamente Eros Ramazzotti, Pedro Suarez Vertiz, Red Hot Chilly Peppers, U2, Robbie Williams además de muchos otros quienes me hacen pensar en mis noches en la discoteca Forum o me veo tomando un trago en la Casa de Klaus, en mis alumnos y en las muchas canciones que cantabamos en clase y en mis amigos y compañeros de trabajo.

Sin duda Enya, Enigma y Alanis Morrissette me recuerdan mis primeros años de casada cuando las escuchaba en mi mini departamento mientras me esmeraba por cocinar el platillo recién aprendido y esperaba ansiosa a que mi esposo me dé el visto bueno.

Como muchos de nosotros tengo canciones específicas que me hacen recordar a personas específicas que como quizás te estés imaginando querido lector son por lo general a los hombres de mi vida. Cuando las escucho los recuerdo con cariño y recuerdo quién era yo en esa época.

Hoy escucho de todo un poco y como la mayoría de nosotros esto depende de mi ánimo y de la situación. Como le comentaba a un amigo hace poco no tengo un cantante o estilo de música preferido y siento que en este tema tengo muchísimo que aprender sin embargo y al igual que a todos, la música ha acompañado mi vida y me ha hecho saltar, bailar, cantar a voz en cuello, enamorarme, me ha acompañado en mis noches de pena por un amor no correspondido, me ha acompañado en mis momentos de alegría por el primer beso esperado y soñado, ha estado conmigo en mis momentos de triunfo y en mis derrotas y me hace pensar en los que quiero, en los que me quieren y en lo buena que es la vida.  





  

viernes, 23 de septiembre de 2011

La Inteligencia Emocional

Persona 1
Qué divertida es esta broma. Debemos seguir  riéndonos pues la vida es solo una y hay que disfrutarla al máximo. Este medio no es un lugar serio, es un lugar irreal donde podemos decir muchas cosas que nunca deberían ser tomadas al pie de la letra. Los sentimentalismos,  la sensibilidad no tienen lugar aquí. Y si por último algo no te gusta, racionalízalo, piénsalo y verás que no tiene importancia. Riamos inclusive de nosotros mismos. Juntémonos con gente como nosotros y hagamos coro a la broma.

Persona 2
Qué divertida es esta broma. Riamos pero siempre y cuando sea divertido para las dos personas. Todos tienen un límite y si bien este espacio es irreal y para divertirse no olvidemos ser considerados con los demás.  La vida es una sola y hay que disfrutarla pero no a costa de los otros. A veces aún cuando lo piensas y racionalizas tus sentimientos son más fuertes y una broma divertida para alguien puede convertirse en algo triste para alguien más. Juntémonos con gente como nosotros y riamos unos con otros y no de otros.

Dos puntos de vista diferentes respecto a una misma situación. Dos personas que piensan que tienen la razón y que ven las cosas de manera distinta. Ninguna esta en lo cierto y ninguna está errada. El punto aquí es: ¿Qué pasa si estas dos personas se conocen y forjan una amistad y si por cosas de la vida se encuentran frente a una discusión que empezó con una broma y derivó en una serie de comentarios que bajo la máscara de un chiste dejan ver sus verdaderos sentimientos?

Pienso que a menudo nos encontramos con situaciones en las que dos puntos de vista parecen ser irreconciliables y es allí que considero entra en acción un término utilizado en los últimos años en empresas y programas de coaching: Inteligencia Emocional.

La Inteligencia Emocional es la capacidad de reconocer nuestros sentimientos y los de los demás  y la capacidad de manejarlos. En su libro : Emotional Intelligence, publicado en 1995 Goleman afirma que la inteligencia emocional se puede organizar en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación, y gestionar las relaciones. Además Goleman destaca dentro de las cualidades de una persona que tiene inteligencia emocional las siguientes características: el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. Goleman sostiene que si bien muchas de estas habilidades emocionales vienen en nuestro código genético mientras que otras son moldeadas durante nuestra niñez, se ha probado a través de muchas investigaciones  que estas habilidades pueden aprenderse y perfeccionarse  a lo largo de la vida. Según Goleman toda emoción es el impulso que nos moviliza a la acción. Respecto a esto se dice que cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la acción sin embargo nuestras experiencias de vida van moldeando estos programas y nuestra reacción a los diferentes eventos de la vida va cambiando de acuerdo a esto.

Muchas personas altamente racionales tienden a desestimar los sentimientos y las emociones y se enorgullecen al pensar que su racionalidad prima sobre estas. Sin embargo son muchos los asuntos emocionales que siguen regidos por el sistema límbico y nuestro cerebro toma decisiones constantemente sin preguntarle a las zonas analíticas y lóbulos frontales de nuestro cerebro. Entonces nuestros sentimientos y emociones son parte importante de nuestra vida diaria y ninguna de las dos inteligencias; la racional y la emocional debería ser considerada inferior a la otra.

Si retomamos la situación que inicia esta nota veremos que ninguna de las dos personas está ejerciendo su inteligencia emocional a cabalidad. La persona número uno desestima los sentimientos de la persona número dos y es incapaz de mostrar empatía con ella al insistir en la broma y continuar haciendo  burla de esta.
Por otro lado la persona número dos tampoco muestra la suficiente inteligencia emocional como para darse cuenta que el mal rato es parte de una broma que tal vez surgió sin mala intención y muy probablemente reaccione de forma abrupta y quizás radical.

Pienso que un punto medio en donde ambos logren ponerse de acuerdo podría ser la solución a este problema pero para que esto sea posible debe existir el deseo en ambas personas de hacerlo. Y es ahí en mi opinión donde surge el mayor reto y en donde el cariño juega un papel importante. Si este cariño es lo suficientemente fuerte ambas personas decidirán finalmente “negociar”  una relación en donde la persona uno acepte y recuerde que si bien las bromas hacen la vida más divertida no podemos esperar que todas las personas reaccionen de la misma forma a estas. Esta persona también recordará que las personas son diferentes entre sí y que lo que es gracioso para alguien no lo es para alguien más. Por otro lado la persona dos decidirá ser más flexible y aprenderá a tomar más a la ligera las bromas de los demás siendo capaz de reconocer que estas no siempre se hacen con mala intención. Esta persona aprenderá además a controlar mejor sus emociones y a sopesar sus reacciones sabiendo que todas tienen consecuencias.

Creo finalmente que las relaciones con todas las personas enriquecen nuestras vidas y la hacen memorable como comentaba ayer una amiga. Las lágrimas, sonrisas, palabras de aliento, llamadas de atención, momentos de complicidad, momentos de enojo, etc que todas las personas que nos rodean nos regalan cada día van forjando poco a poco quienes somos. Entonces reconoceremos que y aún cuando alguien en algún momento nos haya hecho llorar por un mal rato que nos dio, esta persona nos ayudó a ser mejores personas siempre y cuando seamos capaces de aprender de esta situación. Celebremos el estar rodeados de diferente tipo de personas y no olvidemos recordar siempre estas diferencias,  así no esperaremos que reaccionen y piensen como nosotros y finalmente ejerzamos la suficiente inteligencia emocional  como para mostrar empatía con ellas y así hacer nuestras vidas cada día más bellas.

martes, 13 de septiembre de 2011

Raíces



Ella pasó al frente. De los 50 o 53 alumnos de la clase solo algunos le prestaban atención. Nerviosa se paró delante de todos y empezó su relato:
“El libro que leí se llama Raíces y cuenta la historia de Kunta Kinte.   Un negro africano de la tribu de los Mandinkas. El inicio del libro narra la niñez de Kunta, las tradiciones de su tribu. Cuenta como los niños eran divididos por edad en diferentes kafos. Como las niñas a los trece años empezaban a prepararse para casarse. Cómo su padre llamado Omoro era un hombre valiente de 30 lluvias que cuidaba de su familia y era un experto cazador y guerrero. De cómo su madre Binta cuidaba de él y sus dos hermanos. Los primeros capítulos del libro se desarrollan en la selva de África cerca al Kambi Bolongo, como así llamaban al río que alimentaba sus sembríos de arroz. Kunta crecía como cualquier joven africano que era musulmán y leía y respetaba el Corán cuándo un día a sus dieciséis lluvias y siendo considerado ya un hombre decidió internarse en la selva para buscar un trozo de árbol para fabricarse un tambor. Es en ese momento que la verdadera historia empieza, Kunta es hecho prisionero y traído a América para ser vendido como esclavo. El autor narra las terribles condiciones en que los negros africanos, hombres, mujeres y niños eran traídos en el largo viaje por barco en las bodegas insalubres pobladas de ratas, piojos y demás alimañas que además de los castigos corporales, violaciones a las mujeres y sed insaciable atormentaban a los prisioneros.
Una vez en América, Kunta es vendido a un amo cruel que tenía en su plantación un overseerer o cuidador que castigaba cruelmente a los esclavos. Kunta intenta escapar tres veces y siempre es atrapado luego de sufrir el terror de los perros de caza que lo persiguen, el hambre y el pánico de estar en un lugar desconocido. Si bien cada vez que Kunta era atrapado era cruelmente azotado y golpeado, la diferencia entre las dos primeras ocasiones y la tercera, es que para esta su amo decide contratar a un cazador profesional que al atraparlo le da a escoger entre tener su miembro viril o su pie cercenado. Con solo medio pie y ardiendo en fiebre Kunta es vendido a un nuevo amo. El señor Wallace quién no era cruel y consideraba a sus negros y los protegía siempre y cuando nadie quebrantara sus reglas.
El relato cuenta como Kunta  poco a poco pierde el ímpetu por escapar al sentirse un lisiado y gracias a su carácter reservado y sobrio se gana la consideración de su amo quien luego de algunos años de ser su jardinero lo convierte en su chofer. Con el tiempo Kunta se casa con la cocinera de la hacienda, una negra fuerte y decidida llamada Bell y tiene una sola hija a quien ponen de nombre Kizzy.
Cuando parece que por fin Kunta la logrado cierta tranquilidad en su vida, sucede una desgracia. Su hija adolescente que andaba en amores con un joven negro de la plantación es vendida por su amo acusada de haber escrito un salvoconducto falso que fue utilizado por su joven enamorado para huir. A partir de allí el relato cuenta la historia de Kizzy y de cómo esta es violada por su nuevo amo,  el señor Lea,  con quien tiene un solo hijo George. Este nuevo amo es dueño de muchos gallos de pelea y el joven George muestra desde muy pequeño afición por ellos. Con el tiempo y luego de casarse con Matilda, Chicken George, como así lo llamaban, llega ser convertirse en un entrenador profesional de gallos que es finalmente enviado a Inglaterra cuando su amo pierde la apuesta más grande de su vida y queda nuevamente en la miseria.
George se va para encontrar a su regreso que su madre Kizzy ha muerto y  su familia ha sido vendida a un nuevo amo.
Poco a poco el libro narra la búsqueda y el encuentro  de George con su familia y generación tras generación el autor nos lleva a él mismo: Alex Haley un afroamericano escritor y periodista que luego de escuchar desde su niñez la historia de su antepasado Kunta Kinte decide investigar y escribir la saga de su familia.  
Raíces es un libro apasionante que no solo narra la historia de este esclavo africano sino también la injusticia y crueldad de los hombres blancos quienes consideraban a sus esclavos como meros objetos que eran vendidos, abusados, torturados y utilizados como animales de carga. Esta historia tiene además un fuerte trasfondo histórico en donde se puede seguir parte de la historia de los Estados Unidos y su búsqueda de igualdad para todos.
Les recomiendo leer este libro si están buscando una historia apasionante y que quizás los haga derramar algunas lágrimas de emoción. Gracias”
Al terminar la historia los 50 o 53 alumnos de la clase la escuchaban atentamente y no se oía el zumbido de una mosca. Ese momento mágico fue roto por el larguirucho profesor de literatura quién desde el fondo del salón se acercó a la joven estudiante de secundaria y tendiéndole la mano le dijo: “Felicitaciones señorita, es uno de los mejores reportes que he escuchado. Tiene usted 20”

Ella tomó asiento entre emocionada y aturdida y fue en ese momento luego de casi tres meses de haber entrado a ese colegio como alumna nueva en quinto año de secundaria que se sintió parte de su clase y que realmente empezó a existir para sus compañeros.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Como una hoja de papel

Creo que las relaciones sean estas de amistad, de amor, de familia son como una fina hoja de papel. Cuando la estrujas queda llena de arrugas y marcas. Con el tiempo puedes tratar de estirarla, alisarla e incluso plancharla pero esta fina hoja ya no queda igual. Siempre quedarán las huellas y lo único que se puede hacer es aceptarla como es ahora y seguir viendo su belleza a pesar de sus marcas.
En mi vida he tenido algunas hojas de papel como la que describo y hoy en día tengo ante mí una de estas. Una especial y que quiero mucho. Una que por segunda vez ha sido estrujada y cuándo pienso si fui yo quién lo hizo o si fue la otra persona llego a la conclusión que no fuimos ninguno de los dos. Fue la vida y el ser quienes somos quién lo hizo. No sé con  certeza si intentaremos alisarla esta vez o si es mejor dejarla como está. Solo sé que por esta vez no haré nada más que esperar. Esperar a que lo que tenga que suceder suceda confiando en que el cariño sea lo suficientemente fuerte como para soportar esta nueva tormenta.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Mis tres Yo


María:    Hola mamá! ¿Dónde están?
Abuela:  La nena me pidió que la lleve al City Toys y como la profesora me contó que se había portado muy bien hoy decidí premiarla.
María:    Ay mamá! A ver por favor pásame con la nena.            
María:   Estás con tu abuelita en el City Toys? Qué bueno hijita!
Hijita:   Sí mami. Está muy bonito.
María:  Ya! Pero escúchame por favor, no sudes ni te saques las medias. Ah y no corras mucho mira que estás con gripe!
Hijita:   Ya mami!
María:  Pásame con la abuelita
María:  Mamá, ¿cómo la llevas al City Toys? Está con un poco de gripe y cuando yo la llevo le pongo doble media.  Y por favor no le compres ningún helado porque después empieza a toser.

María voltea hacia mí al colgar el teléfono con expresión preocupada me dice que su mamá acaba de llevar después de clases a su hijita de cuatro años al City Toys un lugar de juegos para niños que se encuentra dentro de un centro comercial. Yo le digo que no se preocupe, que este es un lugar cerrado donde no hay corrientes de viento y es muy seguro. Ella me mira con una expresión que quiere decir: “Claro como tú no tienes hijos, para ti todo es seguro”  

Esta conversación tuvo lugar ayer y precisamente el día cuando por casualidad o no tanta recibí varios comentarios a una foto mía que puse en mi cuenta de Facebook. En esta foto yo debo tener unos tres años y se me ve pensativa en el jardín de la casa de mi abuela. En ella se me puede ver peinada con dos “colitas” fuertemente sujetas con una banda. Mi comentario a la foto era que nunca peinaría así a mi hijita porque duele mucho. Luego de algunos comentarios graciosos  uno de mis amigos me dijo algo que me dejó pensando. Me dijo que tal vez de niña yo era muy traviesa y que cuando mi madre me sujetaba fuertemente el cabello para que no me despeira jugando yo asocié el dolor que esto me significaba con el hecho de serlo y fue así que de alguna manera se formó mi carácter tímido y reservado.

Este  es el largo preámbulo a esta nueva reflexión: es sorprendente como hechos que parecen insignificantes de nuestra niñez tienen un gran impacto en nuestra vida de adultos. Nuestros padres nos aman y quieren lo mejor para nosotros pero a menudo además de cuidado y amor también nos entregan sus propios miedos, inseguridades y prejuicios. Quién escuchara a mi compañera de trabajo podría ver dos cosas: a una madre preocupada por el bienestar de su pequeña hija pero también podría ver a una madre que inconscientemente le dice a su hija que la vida es un constante peligro, que las cosas bonitas y divertidas nos pueden hacer mal, que no hay que ser muy feliz porque te puedes enfermar o como ayer comentaba otro amigo: "No te rías mucho, porque después estás llorando"

Hace algunos años asistí a un curso sobre Análisis Transaccional. Esta es una corriente psicológica  propuesta por el psiquiatra Eric Berne en los años 1950 en Estados Unidos. Según su teoría las personas juegan tres roles en sus vidas: el Yo Padre, el Yo Niño y el Yo Adulto. Y cada uno de estos aspectos tiene características especiales: el Yo Padre es aquel estado que toma la figura paternal de nuestra personalidad. Quién nos dice lo que debemos hacer, quién discrimina entre lo que es correcto de lo que no. Este aspecto de la personalidad es un reflejo y reproducción de las actitudes y opiniones que inconscientemente tomamos de nuestros padres o figura paterna en nuestra niñez. Lo notamos cuando tendemos a dar  consejos a los demás, ponemos etiquetas, hacemos juicios de valor, damos órdenes, etc.
El Yo Niño es nuestra parte más sensible. Es nuestra parte subjetiva que deja ver nuestros sentimientos, es espontáneo, alegre pero también temeroso y necesitado de cuidado y cariño. Se dice que es la parte más genuina de nosotros. Nuestro niño se manifiesta cuando nos alegramos verdaderamente por las cosas, cuando expresamos cariño, cuando nos maravillamos por algo pero también cuando nos enojamos sin razón aparente, cuando expresamos nuestros miedos o prejuicios y cuando dejamos ver nuestra inseguridad. Nuestro Yo Niño está fuertemente influenciado por la calidad de nuestra niñez y permanece con nosotros hasta nuestra muerte.
Y finalmente nuestro Yo Adulto, esta faceta de nuestra personalidad es más objetiva. Es nuestra parte racional la que toma decisiones basándose en datos concretos sin ideas preconcebidas o alusivas. El Yo Adulto recoge datos de la realidad y los analiza para sacar conclusiones racionales y tomar una decisión. Es nuestra parte menos subjetiva que se manifiesta mediante la serenidad, el escuchar atentamente, el hacer preguntas objetivas, etc.

Según Birne diariamente experimentamos un juego de roles en estos tres aspectos de nuestra personalidad y lo deseable es un equilibrio entre las tres ya que si logramos este equilibrio seremos una persona  psicológicamente saludable.
Algo que también aprendí en este curso es que estas tres facetas de nuestra personalidad se marcan claramente durante nuestra niñez en donde inconscientemente desarrollamos un “guión de vida”  Este “guión” se forma basado en nuestras experiencias, en quienes fueron nuestros padres, en cual fue el modelo de vida que estos nos enseñaron, en como manejamos nuestros temores de niños, en nuestras maestros y compañeros de escuela, etc. Este “guión” dirige nuestra vida de adultos y si bien pareciera que un adulto ya nada puede hacer respecto a lo que pasó en su niñez, el objetivo de esta corriente psicológica es el analizar esta realidad y de cambiar de manera consciente este "guión de vida"

Ayer cuando escuchaba a mi compañera de trabajo hablar con su niña y sucedió el episodio de mi foto de pequeña recordé este curso y pensé en que mi amigo tenía razón. Coincidentemente horas después me sucedieron dos cosas que hicieron aflorar mi niño temeroso e inseguro. Hoy mi adulto analiza lo que me sucedió ayer y decide que no hay que sentirse triste, que todos tenemos derecho a un momento de debilidad y que debemos tratar de controlarnos mejor y pensar bien las cosas en adelante, mi padre amoroso me dice que no me sienta mal, que es parte del proceso de crecer  y que si bien mi niño a veces me juega malas pasadas en uno bueno. Mi niño siente que ya pasó el mal rato  y se excusa diciendo que no lo conocen bien y que si así fuera podrían entenderlo mejor. Diálogos internos como el mío suceden todos los días y en todas las personas.

Cuando pienso en mi día de ayer y en el episodio de mi foto y la conversación con mi compañera de trabajo veo que nada es casualidad y que este sirvió para recordar que tengo tres Yo y así reflexionar en el porque de mis actitudes y reacciones.
Hoy te motivo querido lector a que tú también te tomes un tiempo para pensar en tus tres Yo y espero de todo corazón que hayas alcanzado el equilibrio entre ellos.   


martes, 30 de agosto de 2011

La decisión

Mariana se despertó temprano. El vuelo había sido pesado pero ya estaba en aquella gran ciudad cómodamente instalada en ese pequeño y hasta familiar hotel. Se estiro largamente en la cama y pensó en que lo había hecho. Había viajado hasta allí, había cruzado la línea y ahora solo faltaba esperar. Esa noche daría el paso final. Aquel que la convertiría oficialmente en una mujer diferente,  en la mujer que siempre había sido pero que su educación y pasado había tenido recluida por muchos años.
Se levantó y se dio una ligera y rápida ducha. Se vistió y salió alegremente a buscar algo para desayunar y luego ir de compras. Esa noche debía ser perfecta y sabía muy bien que eran los detalles los que lograban la perfección.
     *****
Gabriel se despertó de un salto. El estridente sonido de la alarma lo sacó de su sueño de un golpe. Presuroso se metió en la ducha y se vistió pensando en su cita de negocios, en si tenía todos los documentos para hacer el trato y en la complicada reunión que tendría en unas horas. Ese era uno de los motivos de su viaje a esa gran ciudad. Al subir al taxi y sentarse pensó además en la segunda razón que hacía de ese viaje uno especial. Racional como era decidió enfocar toda su atención en el trabajo y una vez de haber terminado con el empezar a pensar en lo que sucedería esa noche. Quería que todo fuera perfecto y así sería pero en eso pensaría después.
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Mariana entró al gran centro comercial. Ella era una experta compradora que bien podía encontrar una bella pieza de ropa en un lugar como ese y en una sencilla feria de barrio. Tenía un gusto natural para la ropa, conocía bien su delgado cuerpo, sabía que estilos y texturas le asentaban mejor y tomaba ventaja de su delgadez para verse bien. Entro a la exclusiva tienda y se dirigió decidida el área de lencería. Sabía bien que quería. Un bello conjunto de encaje color vino. Si bien por lo general las mujeres escogían el color negro que era un símbolo de sofisticación y sensualidad. Mariana gustaba de salir de lo convencional. El rojo vino representaba para ella mucha sensualidad pero también sofisticación y feminidad. Se probó algunos modelos y finalmente se decidió por uno de encaje que resaltaba su pequeño busto y hacía notar la curva de sus caderas.
Luego fue a la sección de calzado. Los zapatos eran su fascinación desde niña. Si bien no era especialmente alta parecía serlo más pues sus largas piernas daban la impresión de ello. Sabía bien que un bello par de zapatos eran el acompañamiento perfecto de unas lindas piernas y entonces tenía en su casa todo tipo de estos desde simples ballerinas sin taco hasta elegantes botas de tacón alto. Para esta ocasión buscó unas lindas sandalias negras de taco siete. A Mariana siempre le gustaron sus pies, no podía jactarse de tenerlos pequeños pero si de tenerlos muy bien formados, largos y delgados sin nudillos  y no dudaba en mostrarlos siempre que podía y esta noche así sería.
El maquillaje, el perfume y el vestido que usaría los tenía ya en el hotel. Contenta con sus compras salió a buscar algo de almorzar y a esperar su llamada.
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Gabriel terminó su reunión de trabajo. Había sido complicada como lo predijo pero había sido todo un éxito. Había logrado el contrato que tantos beneficios le traería a él y a su empresa.  Su carácter  fuerte sumado a su inteligencia y carisma natural eran una ventaja contra sus competidores y él lo sabía y tomaba ventaja de ello. Se sentía satisfecho consigo mismo. Pensó que ya era tiempo de empezar a hacer los arreglos para esa noche. Decidió ir al sauna para relajarse y luego de almorzar llamarla. Ya sabía dónde la citaría, ya sabía dónde la llevaría después de conversar con ella. Había esperado ese encuentro por mucho tiempo y aunque no le agradaba los arrebatos románticos tenía que reconocer que esa mujer le inspiraba algo más que solo pasión.
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Mariana estaba almorzando cuando recibió su llamada. Trató de fingir tranquilidad pero el solo hecho de escuchar su voz la dejó sin habla. Había practicado en su mente lo que le diría pero su aprendido libreto pareció esfumarse apenas dijo “hola”. Anotó el nombre del restobar donde se encontrarían así como la hora. Se despidió de él tratando de sonar casual y cortó la comunicación. Luego de dar un suspiro recordó la llamada y se enojó consigo misma por permitir que él tenga ese poder sobre ella.  Se reclamaba a si misma el porque tenía que ponerse nerviosa, ¿no era acaso una mujer exitosa en su propia carrera? ¿no había sufrido y superado sus complejos y temores? Se consoló pensando que esto que sentía era irracional, que nunca sabría la respuesta así que no valía la pena pensar en ella  y se apresuró a irse al hotel a dormir una pequeña siesta antes del encuentro.
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Gabriel  se despertó  de la siesta, ir al sauna lo había relajado y se sentía fuerte y vital. Abrió el closet y sacó la ropa que se pondría. Una camisa negra con finas líneas de  una suave tela que dejaba notar su tórax bien formado por el ejercicio y la dieta sana. Unos pantalones  oscuros  de buen corte y zapatos casuales No olvidó echarse una varonil colonia luego de peinarse. Por un momento sonrió burlándose de sí mismo por poner tanta atención a su aspecto pero pensó que la ocasión lo ameritaba.
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Mariana despertó de su siesta. Corrió a la ducha esta vez para regalarse un largo y vaporoso baño. Disfrutaba mucho de darse largas duchas que se convertían en un ritual personal. Lavó su cabello y jabonó su cuerpo con un jabón delicioso que olía a flores. Se secó contenta y se dispuso a vestirse.
Luego de ponerse el conjunto de lencería que había comprado, sacó de la caja el vestido que había llevado para la ocasión. Era un vestido rojo sencillo sin ornamentos  con diseños de figuras de estilo chino y mangas cortas que terminaba algunos centimetros sobre sus rodillas.  Se pegaba a su cuerpo como una segunda piel dejando ver sus suaves curvas.  Se sentó en el taburete frente al espejo y se peinó. Llevaría el largo y negro cabello suelto, lo secó y cepillo hasta hacerlo brillar. Luego empezó a maquillarse discretamente, nunca usaba polvos compactos o maquillaje en crema pues no le gustaba. Solo aplicó un poco de sombra oscura y delineador en los ojos, rubor en las mejillas y no olvidó el toque final: un lápiz labial rojo vino sobre el que aplicó un poco de brillo. Contenta con el resultado roció un perfume dulce y floral en sus muñecas, el cuello y detrás de sus rodillas. Finalmente se calzó las sandalias negras y tomó su pequeño bolso, se dió una última mirada de aprobación y  salió apresurada a tomar el taxi que la esperaba en la puerta del hotel.
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Gabriel llegó temprano al restobar. Había quedado con  Mariana en decirle al maître en que mesa estaría y así lo hizo. Pidió un vaso de whisky y procedió a esperarla. Mientras lo hacía recordó cómo se conocieron, cómo se relacionaron y se preguntó una vez más a si mismo porque se complicaba la vida con esta mujer tan distinta a él. Tan exasperante en ocasiones, tan frágil a veces y tan explosiva en otras. Algunas veces inteligente e intuitiva y otras impulsiva y hasta tonta. Sabía que podía en ese momento estar con cualquiera de las muchas amigas que tenía en la ciudad, mujeres que no le traerían complicación alguna y que disfrutaban como él de un encuentro casual y sin consecuencias pero ahí estaba él esperando por Mariana. Y siguió esperando y pasó media hora y pasó una hora y Mariana no llegaba. Molesto la llamó a su celular y no recibió respuesta. Decidió esperar 15 minutos más y después irse. Y así pasó, pagó la cuenta y molesto salió del restobar, tomó un taxi jurando que nunca más volvería a contestar sus mensajes y que no aceptaría sus disculpas en caso se atreviera a darlas, tomó su celular y buscó el número de una de sus amigas.
Lo que Gabriel no sabía es que Mariana lo vio salir del restobar desde el taxi que estaba parado en el otro extremo de la calle. Lo vio subir enojado a un taxi y tomar su celular y mientras eso pasaba las lágrimas rodaban por sus mejillas. No pudo hacerlo, no pudo encontrarse con él y no por pudor sino porque no pudo superar el miedo a que la realidad no sea como la fantasía. Por mucho tiempo soñó con ese encuentro, con estar entre sus brazos, con sentir sus caricias, con escuchar su voz y cuando estaba a punto de vivirlo el temor a que todo fuera diferente la venció. Mariana decidió finalmente quedarse con la fantasía, tal vez se arrepentiría después pero por ahora era su elección.