miércoles, 28 de diciembre de 2011

Él

Ayer en una más de mis noches de insomnio, mientras miraba despierta el techo de mi habitación sentí un brazo suave que pasaba sobre mi cintura y me jalaba contra un pecho fuerte y cálido. Entonces pensé en este abrazo que me ha cobijado por los últimos siete años y en que he escrito algunas notas en mi blog pero no sobre una de las personas más importantes en mi vida hoy: mi esposo.

Cuando lo conocí había hecho la firme resolución de no pensar más en casarme, inclusive le había dicho fuertemente a mi madre que deje de contarme los bien intencionados comentarios de mis tías y primas respecto a mi soltería. Hecho mi propósito trataba de continuar con mi vida, cuando un buen día me uní a un grupo de sanación con imposición de manos y fue alli donde conocí a este hombre noble, de mirada cálida que me brindó su amistad sin aspavientos ni pretensiones.

Y nos conocimos, y nos casamos exactamente al año de conocernos en una ceremonia sencilla, muy cálida y bonita solo con los amigos y familiares más queridos y sin el bullicio acostumbrado por la mayoría de las personas que anuncian fuertemente su unión. Cuando pienso en mi boda, creo que esa ceremonia representa de alguna forma nuestro matrimonio: un matrimonio sencillo, lleno de cosas bonitas y que sin ninguna pretención se mantiene  hoy después de siete años. Durante las semanas previas a mi boda, recuerdo los consejos y comentarios de mis amigas que me decían que ahora empezaba una nueva vida toda iba a cambiar, que los primeros meses son complicados, que acostumbrarse a vivir con alguien nuevo toma  tiempo y cosas por el estilo. Pero yo nunca experimenté ninguno de sus presagios ya que desde el primer día sentí que habíamos vivido juntos desde siempre, que no hubo grandes cambios ni adaptaciones en mi vida y que el convivir con él era algo muy natural.

Creo sinceramente que si mi matrimonio ha sido bueno hasta ahora es gracias a la manera de ser de mi esposo. Mi genio bastante difícil y complicado me ha traido más de un problema mientras que él es el tipo de persona que no se complica con las cosas y que suele ser muy práctico. No es crítico ni tiende a juzgar a las personas y creo que puedo decir sin temor a equivocarme que en todo el tiempo que llevo de casada le he escuchado comentar la vida de alguien en dos o tres ocasiones a lo mucho. A menudo me pregunto que hace que este hombre sin pretenciones ni bullicio logre ser siempre querido y apreciado por las personas que lo conocen sean estos amigos, vecinos, clientes de su negocio o familiares y creo que es esa energía buena que emana. Pienso que todas las personas reaccionan favorablemente a la bondad consciente o inconscientemente y es por eso que sin proponérselo mi esposo tiene tantos amigos y personas buenas alrededor que siempre están dispuestas a ayudarlo como él a menudo hace. Y que es con un tipo de sabiduría práctica, aquella que no se aprende en libros ni universidades, que resuelve sus problemas sin grandes dificultades.

Al reflexionar en como nuestras vidas fueron muy diferentes me pregunto como nos unimos. Mientras yo veía televisión de niña, me preocupaba por no tener la mochila de moda en el colegio o en que mi mamá no me daba permiso para ir al cine con mis amigas, mi esposo montaba a caballo, hacía concursos de  quien nada más lejos en el río, atrapaba luciérnagas en la noche y aprendía a boxear en el improvisado ring a la vuelta de su casa. Recuerdo mi sorpresa al ver por primera vez sus grandes tatuajes  los cuales no concuerdan de modo alguno con su forma de ser y de como él sonrió y me contó de su vida universitaria, de sus noches de juerga, de sus días de entrenar en el gimnasio y de cómo un buen día decidió que ya era suficiente y  dejó esa forma de vida para empezar una nueva etapa.

Cuando pienso en él en las noches no puedo evitar que en ocasiones mis ojos  se llenen de lágrimas mientras doy gracias a Dios por haberme hecho conocer a este hombre generoso que me quiere y me acepta tal cuál soy, alguien con quien de verdad puedo ser yo sin pretender ser más inteligente, divertida, menos neurótica o criticona de lo que realmente soy. Alguien que llena de flores mi casa, que me cuida y me protege como nadie, ni siquiera mis padres lo hicieron, alguien a partir de quien he decidido ser mejor persona.

Un día una buena amiga comentó que tu persona ideal es aquella con quién te ves de viejo. Y yo me pregunté si me veo de vieja con este hombre. Y realmente no lo sé. Creo que la vida nos va mostrando día a día lo que viene y no podemos saber a ciencia cierta como será después. Por ahora solo sé que vivo con este hombre a quién respeto y amo. Sé que lucho porque la rutina no atrape mi matrimonio y lo mate. Sé que intento hacerlo feliz. Y en el futuro... no lo sé tal vez un día nos separemos, tal vez sigamos juntos para siempre, por ahora solo tengo el presente y este es uno bueno lleno de sueños y de proyectos. 

2 comentarios:

  1. Que bonito tu mundo mi querida "pinky friend"... me gusta casi todo lo que dijiste salvo el párrafo aquel en que dijiste que en tu matrimonio estuvieron tus mejores amigos... y yo;... no estuve!!! Un abrazo pink panter... ¿y cómo me ves de viejito????... jajajajajaja

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  2. Ay mi querido "chico malo" en prospecto no estuviste en mi matrimonio porque no fuiste cuando te invite. Tal vez porque fue un día de semana. Cómo te veo de viejito???? Mejor no te digo jajaja! Te mando un abrazote y todo mi cariño

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