viernes, 13 de enero de 2012

Los sueños

Este año decidí que iba a hacer algunos de mis sueños realidad y creo que como siempre atraemos aquello en lo que más pensamos encuentro a mi alrededor personas que me hablan de querer cambiar, de querer hacer realidad sus sueños al igual que yo y de querer ser felices por ellas mismas y no a partir de otras personas.
Hoy una muy buena amiga empezó a estudiar otro idioma, el cual ella ve como el inicio de una nueva vida en otro país. Otra muy querida amiga acaba de renunciar al trabajo que hizo por diez años para poner un negocio y al conversar con ella su comentario fue: hasta antes de renunciar yo estaba muerta en vida y ahora quiero vivir y me voy a arriesgar.
Tengo amigos que se han ido hace poco a otros países a luchar por su sueño allá. Una amiga acaba de dar su examen de manejo para poder sacar su licencia de conducir y así empezar un trámite que la llevará a realizar su sueño. Mi propio esposo lucha cada día por lograr el suyo y cuando las cosas no le salen bien yo le digo: haz  deseado tanto esto, no te desanimes y verás que todo mejorará.
Y entonces cuando veo a estas personas y converso con ellas pienso en algo que leí una vez en un artículo: en lugar de preguntarle únicamente a un niño qué quiere ser de grande, pregúntale sobre todos sus sueños y recuérdaselos cuando sea grande ya que conforme vamos creciendo tendemos a olvidar que soñabamos de niños.
Yo no recuerdo que soñaba de niña pero si sé hoy claramente que quiero. Y  he logrado después de algún tiempo definir este algo. Pienso que el primer paso para lograr tus sueños es precisamente eso: definir claramente que quieres. Esta definición debe ser de forma muy  específica debe incluir fechas, lugares, cantidades, etc. Una vez que has definido tus sueños debemos tener la convicción de que se harán realidad. Pienso que para tener esta convicción necesitamos sentirnos cómodos con nuestro sueño. Cómodos en el sentido de que aquello que decimos querer debe hacernos sentir paz y alegría y no debe causarnos ansiedad de pensar en cómo lo lograremos y por supuesto debe ser algo que no dañe a ninguna persona. Pienso además que es bueno resumir nuestro sueño en una sola frase que reúna específicamente lo que queremos y que podamos repetirnos fácilmente una y otra vez. Y finalmente creo que debemos ser valientes para soñar. Hace algún tiempo otro buen amigo me dijo que él prefería no hablar de sus sueños porque tal vez no era lo suficientemente valiente para pensar en ellos. Creo que quienes triunfan son aquellos que luchan por sus sueños pero sobretodo son aquellos que los viven cuando se vuelven realidad. Yo misma he pasado por la experiencia de no realizar dos grandes sueños porque cuando vi que estaban por volverse realidad no tuve el valor de aceptarlos y di un paso atrás. Hoy  he decidido tener el coraje de luchar por lo que quiero y de disfrutarlo cuando lo tenga.
Te ánimo querido lector a definir tus sueños, a decretarlos, a soñarlos, a trabajar por ellos y a vivirlos cuando estos lleguen. Nuestros sueños nos llenan el alma, nos dan un horizonte hacía donde dirigirnos, nos hacen sentir vivos. Recuerda si es posible que soñabas de niño y si no puedes hacerlo invéntate sueños nuevos hoy. Te deseo mucha suerte y espero estar cerca de ti para poder compartirlos contigo.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Él

Ayer en una más de mis noches de insomnio, mientras miraba despierta el techo de mi habitación sentí un brazo suave que pasaba sobre mi cintura y me jalaba contra un pecho fuerte y cálido. Entonces pensé en este abrazo que me ha cobijado por los últimos siete años y en que he escrito algunas notas en mi blog pero no sobre una de las personas más importantes en mi vida hoy: mi esposo.

Cuando lo conocí había hecho la firme resolución de no pensar más en casarme, inclusive le había dicho fuertemente a mi madre que deje de contarme los bien intencionados comentarios de mis tías y primas respecto a mi soltería. Hecho mi propósito trataba de continuar con mi vida, cuando un buen día me uní a un grupo de sanación con imposición de manos y fue alli donde conocí a este hombre noble, de mirada cálida que me brindó su amistad sin aspavientos ni pretensiones.

Y nos conocimos, y nos casamos exactamente al año de conocernos en una ceremonia sencilla, muy cálida y bonita solo con los amigos y familiares más queridos y sin el bullicio acostumbrado por la mayoría de las personas que anuncian fuertemente su unión. Cuando pienso en mi boda, creo que esa ceremonia representa de alguna forma nuestro matrimonio: un matrimonio sencillo, lleno de cosas bonitas y que sin ninguna pretención se mantiene  hoy después de siete años. Durante las semanas previas a mi boda, recuerdo los consejos y comentarios de mis amigas que me decían que ahora empezaba una nueva vida toda iba a cambiar, que los primeros meses son complicados, que acostumbrarse a vivir con alguien nuevo toma  tiempo y cosas por el estilo. Pero yo nunca experimenté ninguno de sus presagios ya que desde el primer día sentí que habíamos vivido juntos desde siempre, que no hubo grandes cambios ni adaptaciones en mi vida y que el convivir con él era algo muy natural.

Creo sinceramente que si mi matrimonio ha sido bueno hasta ahora es gracias a la manera de ser de mi esposo. Mi genio bastante difícil y complicado me ha traido más de un problema mientras que él es el tipo de persona que no se complica con las cosas y que suele ser muy práctico. No es crítico ni tiende a juzgar a las personas y creo que puedo decir sin temor a equivocarme que en todo el tiempo que llevo de casada le he escuchado comentar la vida de alguien en dos o tres ocasiones a lo mucho. A menudo me pregunto que hace que este hombre sin pretenciones ni bullicio logre ser siempre querido y apreciado por las personas que lo conocen sean estos amigos, vecinos, clientes de su negocio o familiares y creo que es esa energía buena que emana. Pienso que todas las personas reaccionan favorablemente a la bondad consciente o inconscientemente y es por eso que sin proponérselo mi esposo tiene tantos amigos y personas buenas alrededor que siempre están dispuestas a ayudarlo como él a menudo hace. Y que es con un tipo de sabiduría práctica, aquella que no se aprende en libros ni universidades, que resuelve sus problemas sin grandes dificultades.

Al reflexionar en como nuestras vidas fueron muy diferentes me pregunto como nos unimos. Mientras yo veía televisión de niña, me preocupaba por no tener la mochila de moda en el colegio o en que mi mamá no me daba permiso para ir al cine con mis amigas, mi esposo montaba a caballo, hacía concursos de  quien nada más lejos en el río, atrapaba luciérnagas en la noche y aprendía a boxear en el improvisado ring a la vuelta de su casa. Recuerdo mi sorpresa al ver por primera vez sus grandes tatuajes  los cuales no concuerdan de modo alguno con su forma de ser y de como él sonrió y me contó de su vida universitaria, de sus noches de juerga, de sus días de entrenar en el gimnasio y de cómo un buen día decidió que ya era suficiente y  dejó esa forma de vida para empezar una nueva etapa.

Cuando pienso en él en las noches no puedo evitar que en ocasiones mis ojos  se llenen de lágrimas mientras doy gracias a Dios por haberme hecho conocer a este hombre generoso que me quiere y me acepta tal cuál soy, alguien con quien de verdad puedo ser yo sin pretender ser más inteligente, divertida, menos neurótica o criticona de lo que realmente soy. Alguien que llena de flores mi casa, que me cuida y me protege como nadie, ni siquiera mis padres lo hicieron, alguien a partir de quien he decidido ser mejor persona.

Un día una buena amiga comentó que tu persona ideal es aquella con quién te ves de viejo. Y yo me pregunté si me veo de vieja con este hombre. Y realmente no lo sé. Creo que la vida nos va mostrando día a día lo que viene y no podemos saber a ciencia cierta como será después. Por ahora solo sé que vivo con este hombre a quién respeto y amo. Sé que lucho porque la rutina no atrape mi matrimonio y lo mate. Sé que intento hacerlo feliz. Y en el futuro... no lo sé tal vez un día nos separemos, tal vez sigamos juntos para siempre, por ahora solo tengo el presente y este es uno bueno lleno de sueños y de proyectos. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Hoy

Diciembre empezó  y como probablemente les sucede a muchas personas esto me hace reflexionar en este año que está por terminar.
Y cuando pienso en esto me veo a mi misma hace un año exactamente y veo que me han sucedido muchas cosas desde entonces:
v  Durante este año desperté por así decirlo y reflexioné realmente sobre mi  vida y en como la había vivido hasta entonces. Estoy convencida que esto sucedió porque era el momento adecuado y  también sé que hubo alguien que me ayudó a hacerlo. Ese alguien que ya no está conmigo y cuando lo recuerdo lo hago cariño y confío en que un día podamos aclarar el mal entendido que finalmente nos alejó.
v  Hoy trato conscientemente de tener pensamientos positivos y de enfocar mi energía en cosas buenas. He definido claramente mis sueños inmediatos y trabajo en ellos cada día.
v  Hace un año yo no me daba cuenta de muchas cosas y reaccionaba a menudo sin pensarlo. Hoy aún escuchó a mi corazón pero me tomo el tiempo de asegurarme que es él quién me habla y no mi alocado temperamento.
v  Hace un año sabía con relativa certeza que pasaría en los meses siguientes, hoy tengo una idea de que pasará el próximo año pero prefiero vivir la aventura de este y no hacer planes más allá de lo necesario.
v  Hace un año tenía un amigo que me acompañaba y era mi consciencia. Hoy él ya no está cerca y lo extraño mucho. Cuando lo recuerdo prefiero no sentir tristeza y le deseo lo mejor y lo bendigo aunque él piense lo contrario.
v  Hoy he conocido mejor a personas con quienes antes casi no me comunicaba y he descubierto lo buenas que son y lo bueno que es saberlas mis amigas.
v  Hoy sé que solo yo soy responsable por lo que siento y que mi felicidad es solo mi responsabilidad.

Sé que otras cosas están por suceder y hoy quiero enfocarme en el presente que es finalmente lo único que tenemos. Quiero disfrutar la vida. Quiero conocer nuevas personas, estudiar nuevas cosas, vencer nuevos retos, comer más dulces, relajarme más, olvidar el pasado y enfocarme en mis sueños.  Hoy quiero ser feliz.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Tiempo de rasgar, tiempo de coser

Hace un tiempo leí parte de este texto bíblico en un libro de Paulo Coelho. Hoy desperté pensando en él y entonces lo busqué y decidí ponerlo en esta nota. Como el texto dice existe un tiempo para todo lo que hacemos en nuestras vidas y en este momento de la mía creo que es mi tiempo de plantar nuevos sueños y proyectos, tiempo de sanar de heridas pasadas algunas infringidas por mí misma, tiempo de construir nuevas oportunidades, tiempo de abrazar a amigos y a los nuevos amigos que de seguro vendrán y también tiempo de amar la vida, mis experiencias, a las personas que me acompañan, a las que entraron y salieron de mi vida y sobretodo de amarme a mí misma. Mi tiempo de llorar debe llegar a su fin, creo ya morí, esparcí piedras, destruí y estuve de luto y aunque lo cíclico de la vida haga que vuelva a experimentarlo por ahora ese círculo ya se cerró.  Y  creo que es además tiempo de despedirse y finalmente decir adiós hasta que la vida haga que el tiempo de aclarar los malos entendidos llegue.

Espero querido lector que puedas tú también encontrar tu tiempo ideal y entonces comprender que las cosas suceden en el momento correcto. Esto no siempre es fácil y en ocasiones cuando estamos tristes o tenemos problemas escucharlo suena a un cliché pero creo que en ello radica parte de el ser sabio, en recordar que todo tiene un propósito y en confiar que la vida, el amor y Dios, energía divina, universo o como quieras llamarlo harán que las cosas sucedan en el tiempo perfecto. Como el texto dice de nada sirve afanarse.

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:
un tiempo para nacer,
y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar,
y un tiempo para cosechar;
un tiempo para matar,
y un tiempo para sanar;
un tiempo para destruir,
y un tiempo para construir;
un tiempo para llorar,
y un tiempo para reír;
un tiempo para estar de luto,
y un tiempo para saltar de gusto;
un tiempo para esparcir piedras,
y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse,
y un tiempo para despedirse;
un tiempo para intentar,
y un tiempo para desistir;
un tiempo para guardar,
y un tiempo para desechar;
un tiempo para rasgar,
y un tiempo para coser;
un tiempo para callar,
y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar,
y un tiempo para odiar;
un tiempo para la guerra,
y un tiempo para la paz.
De nada sirve afanarse

(Eclesiastés 3)


domingo, 16 de octubre de 2011

María

María nació inocente y pura en un mundo no tan inocente y puro.

Sus padres fueron personas muy sabias pero que cometieron errores estúpidos como todas las personas muy sabias.

Fue a un colegio en donde le enseñaron a creer en sí misma pero al mismo tiempo la regañaban por ser ella misma.

Tuvo amigos que la quisieron realmente y que la decepcionaron realmente y ella quiso realmente y decepcionó realmente a sus amigos.

Se enamoró muchas veces y se desenamoró muchas más. Amó y odió y volvió a amar y volvió a odiar y al final nunca supo si amó u odió más.

Estudió lo que quiso pero trabajo en lo que debía.

María enseñó y fue enseñada y aceptó y entregó mucho pero también quitó y negó mucho. María aprendió a llorar con una canción mientras peleaba por una injusticia y nunca olvidó rezarle a su dios aún cuando sabía que este esperaba que sea ella misma quién se salve.

Y un día cuando vieja miró hacia atrás y se vio a sí misma y vio que rio lo suficiente pero también lloró lo suficiente. Y pensó que la vida era justa y era injusta al mismo tiempo y que las personas eran nobles y crueles al mismo tiempo y que ella hizo lo correcto y lo incorrecto al mismo tiempo y decidió que era un buen momento para morir ya que había vivido y muerto en vida muchas veces.

Y entonces cerró los ojos, suspiro satisfecha por haber vivido una vida buena y mala al mismo tiempo y sonrió antes de morir sabiendo que volvería a vivir muy pronto.

lunes, 10 de octubre de 2011

The man behind the apple

To be honest before last week I didn’t know much about Steve Jobs. It was after watching a TV program about him and his life that I got to learn something about this amazing person. What I heard caught my attention and I decided to look for this speech and I’m really happy I did because I found one of the most inspiring messages I’ve read in a long time. My only contribution to this post apart from this brief introduction is to have copied the speech this great man gave at the University of Standford in 2005. I hope dear reader it has something to tell you as it did to me.
Steve Jobs’ speech

I am honored to be with you today at your commencement from one of the finest universities in the world. I never graduated from college. Truth be told, this is the closest I've ever gotten to a college graduation. Today I want to tell you three stories from my life. That's it. No big deal. Just three stories.
The first story is about connecting the dots.

I dropped out of Reed College after the first 6 months, but then stayed around as a drop-in for another 18 months or so before I really quit. So why did I drop out?

It started before I was born. My biological mother was a young, unwed college graduate student, and she decided to put me up for adoption. She felt very strongly that I should be adopted by college graduates, so everything was all set for me to be adopted at birth by a lawyer and his wife. Except that when I popped out they decided at the last minute that they really wanted a girl. So my parents, who were on a waiting list, got a call in the middle of the night asking: "We have an unexpected baby boy; do you want him?" They said: "Of course." My biological mother later found out that my mother had never graduated from college and that my father had never graduated from high school. She refused to sign the final adoption papers. She only relented a few months later when my parents promised that I would someday go to college.

And 17 years later I did go to college. But I naively chose a college that was almost as expensive as Stanford, and all of my working-class parents' savings were being spent on my college tuition. After six months, I couldn't see the value in it. I had no idea what I wanted to do with my life and no idea how college was going to help me figure it out. And here I was spending all of the money my parents had saved their entire life. So I decided to drop out and trust that it would all work out OK. It was pretty scary at the time, but looking back it was one of the best decisions I ever made. The minute I dropped out I could stop taking the required classes that didn't interest me, and begin dropping in on the ones that looked interesting.

It wasn't all romantic. I didn't have a dorm room, so I slept on the floor in friends' rooms, I returned coke bottles for the 5¢ deposits to buy food with, and I would walk the 7 miles across town every Sunday night to get one good meal a week at the Hare Krishna temple. I loved it. And much of what I stumbled into by following my curiosity and intuition turned out to be priceless later on. Let me give you one example:

Reed College at that time offered perhaps the best calligraphy instruction in the country. Throughout the campus every poster, every label on every drawer, was beautifully hand calligraphed. Because I had dropped out and didn't have to take the normal classes, I decided to take a calligraphy class to learn how to do this. I learned about serif and san serif typefaces, about varying the amount of space between different letter combinations, about what makes great typography great. It was beautiful, historical, artistically subtle in a way that science can't capture, and I found it fascinating.

None of this had even a hope of any practical application in my life. But ten years later, when we were designing the first Macintosh computer, it all came back to me. And we designed it all into the Mac. It was the first computer with beautiful typography. If I had never dropped in on that single course in college, the Mac would have never had multiple typefaces or proportionally spaced fonts. And since Windows just copied the Mac, it's likely that no personal computer would have them. If I had never dropped out, I would have never dropped in on this calligraphy class, and personal computers might not have the wonderful typography that they do. Of course it was impossible to connect the dots looking forward when I was in college. But it was very, very clear looking backwards ten years later.

Again, you can't connect the dots looking forward; you can only connect them looking backwards. So you have to trust that the dots will somehow connect in your future. You have to trust in something — your gut, destiny, life, karma, whatever. This approach has never let me down, and it has made all the difference in my life.

My second story is about love and loss.
I was lucky — I found what I loved to do early in life. Woz and I started Apple in my parents’ garage when I was 20. We worked hard, and in 10 years Apple had grown from just the two of us in a garage into a $2 billion company with over 4000 employees. We had just released our finest creation — the Macintosh — a year earlier, and I had just turned 30. And then I got fired. How can you get fired from a company you started? Well, as Apple grew we hired someone who I thought was very talented to run the company with me, and for the first year or so things went well. But then our visions of the future began to diverge and eventually we had a falling out. When we did, our Board of Directors sided with him. So at 30 I was out. And very publicly out. What had been the focus of my entire adult life was gone, and it was devastating.
I really didn't know what to do for a few months. I felt that I had let the previous generation of entrepreneurs down - that I had dropped the baton as it was being passed to me. I met with David Packard and Bob Noyce and tried to apologize for screwing up so badly. I was a very public failure, and I even thought about running away from the valley. But something slowly began to dawn on me — I still loved what I did. The turn of events at Apple had not changed that one bit. I had been rejected, but I was still in love. And so I decided to start over.

I didn't see it then, but it turned out that getting fired from Apple was the best thing that could have ever happened to me. The heaviness of being successful was replaced by the lightness of being a beginner again, less sure about everything. It freed me to enter one of the most creative periods of my life.

During the next five years, I started a company named Next, another company named Pixar, and fell in love with an amazing woman who would become my wife. Pixar went on to create the worlds first computer animated feature film, Toy Story, and is now the most successful animation studio in the world. In a remarkable turn of events, Apple bought NeXT, I returned to Apple, and the technology we developed at NeXT is at the heart of Apple's current renaissance. And Laurene and I have a wonderful family together.

I'm pretty sure none of this would have happened if I hadn't been fired from Apple. It was awful tasting medicine, but I guess the patient needed it. Sometimes life hits you in the head with a brick. Don't lose faith. I'm convinced that the only thing that kept me going was that I loved what I did. You've got to find what you love. And that is as true for your work as it is for your lovers. Your work is going to fill a large part of your life, and the only way to be truly satisfied is to do what you believe is great work. And the only way to do great work is to love what you do. If you haven't found it yet, keep looking. Don't settle. As with all matters of the heart, you'll know when you find it. And, like any great relationship, it just gets better and better as the years roll on. So keep looking until you find it. Don't settle.

My third story is about death.

When I was 17, I read a quote that went something like: "If you live each day as if it was your last, someday you'll most certainly be right." It made an impression on me, and since then, for the past 33 years, I have looked in the mirror every morning and asked myself: "If today were the last day of my life, would I want to do what I am about to do today?" And whenever the answer has been "No" for too many days in a row, I know I need to change something.

Remembering that I'll be dead soon is the most important tool I've ever encountered to help me make the big choices in life. Because almost everything — all external expectations, all pride, all fear of embarrassment or failure - these things just fall away in the face of death, leaving only what is truly important. Remembering that you are going to die is the best way I know to avoid the trap of thinking you have something to lose. You are already naked. There is no reason not to follow your heart.

About a year ago I was diagnosed with cancer. I had a scan at 7:30 in the morning, and it clearly showed a tumor on my pancreas. I didn't even know what a pancreas was. The doctors told me this was almost certainly a type of cancer that is incurable, and that I should expect to live no longer than three to six months. My doctor advised me to go home and get my affairs in order, which is doctor's code for prepare to die. It means to try to tell your kids everything you thought you'd have the next 10 years to tell them in just a few months. It means to make sure everything is buttoned up so that it will be as easy as possible for your family. It means to say your goodbyes.

I lived with that diagnosis all day. Later that evening I had a biopsy, where they stuck an endoscope down my throat, through my stomach and into my intestines, put a needle into my pancreas and got a few cells from the tumor. I was sedated, but my wife, who was there, told me that when they viewed the cells under a microscope the doctors started crying because it turned out to be a very rare form of pancreatic cancer that is curable with surgery. I had the surgery and I'm fine now.

This was the closest I've been to facing death, and I hope it's the closest I get for a few more decades. Having lived through it, I can now say this to you with a bit more certainty than when death was a useful but purely intellectual concept:

No one wants to die. Even people who want to go to heaven don't want to die to get there. And yet death is the destination we all share. No one has ever escaped it. And that is as it should be, because Death is very likely the single best invention of Life. It is Life's change agent. It clears out the old to make way for the new. Right now the new is you, but someday not too long from now, you will gradually become the old and be cleared away. Sorry to be so dramatic, but it is quite true.
Your time is limited, so don't waste it living someone else's life. Don't be trapped by dogma — which is living with the results of other people's thinking. Don't let the noise of others' opinions drown out your own inner voice. And most important, have the courage to follow your heart and intuition. They somehow already know what you truly want to become. Everything else is secondary.
When I was young, there was an amazing publication called The Whole Earth Catalog, which was one of the bibles of my generation. It was created by a fellow named Stewart Brand not far from here in Menlo Park, and he brought it to life with his poetic touch. This was in the late 1960's, before personal computers and desktop publishing, so it was all made with typewriters, scissors, and polaroid cameras. It was sort of like Google in paperback form, 35 years before Google came along: it was idealistic, and overflowing with neat tools and great notions.

Stewart and his team put out several issues of The Whole Earth Catalog, and then when it had run its course, they put out a final issue. It was the mid-1970s, and I was your age. On the back cover of their final issue was a photograph of an early morning country road, the kind you might find yourself hitchhiking on if you were so adventurous. Beneath it were the words: "Stay Hungry. Stay Foolish." It was their farewell message as they signed off. Stay Hungry. Stay Foolish. And I have always wished that for myself. And now, as you graduate to begin anew, I wish that for you.

Stay Hungry. Stay Foolish.

Thank you all very much.

domingo, 9 de octubre de 2011

Hay una canción en mi cabeza

Hoy cuando desperté sonaba en la radio de mi casa una canción que al escucharla me hizo regresar a unos meses atrás. Mientras la escuchaba recordé como me sentía en esos días, que hacía, que pensaba y me vi a mi misma y a otras personas que compartieron sin saberlo conmigo esos tiempos.
Coincidentemente mientras manejaba mi auto escuché un programa de radio llamado “Hay una canción en mi cabeza” de radio Oxígeno, en este programa radial se invita a personas famosas a que compartan con la audiencia las diferentes canciones que marcaron sus vidas. Estos dos hechos me hicieron decidir escribir esta nota y pensar en las canciones que me han acompañado o como leí en un post a través del Facebook el otro día: en los soundtracks de mi vida.

Primeramente debo decir que a diferencia de varias personas yo no suelo dedicarle canciones a personas especiales sean estos familiares, amigos o parejas. Puedo asegurar sin temor a equivocarme que en toda mi vida solo le he regalado una canción a una sola persona hace un corto tiempo fuera de esto nunca más lo he hecho. Cuando pienso en canciones pienso en aquellas que escuchaba en un determinado momento de mi vida y que al oírlas hoy me hacen sentir y vivir nuevamente ese momento.

Las canciones que definitivamente me hacen retroceder a mi niñez son sin duda las de Yola Polastri. Recuerdo claramente hacer mis tareas del colegio al son Soy una Pantera y aún hoy recuerdo el estribillo que dice: “Soy una pantera que vive feliz, tengo mil motivos para sonreír, la vida es hermosa de color de rosa todo es alegría para mi” y el inolvidable Cepillin y puedo verme sentada en la mesa del comedor de mi casa con mi cuaderno abierto y mi lápiz de carboncillo negro y el obligatorio lápiz de color rojo para marcar las letras mayúsculas y los signos de puntuación.
Cuando escucho a Yola también recuerdo a mi amada madre y mi abuela y las veo sonreír mientras yo saltaba y daba vueltas reproduciendo las coreografías y soñando con convertirme en una de las “burbujitas”

Mi adolescencia estuvo marcada por Luis Miguel que me hacía suspirar por el chico de mis sueños de esa época, con Michael Jackson y sus alucinantes coreografías, con Queen infaltable en las fiestas, con Soda Stereo, la lambada, la sexy y rebelde Madonna, Chicago, Cindy Lauper y los chicos de  The New Kids on the Block solo por nombrar a algunos y cuando los menciono recuerdo mis días de colegio y me veo yendo a mis clases de inglés por las tardes caminando contenta mientras cruzaba el Parque Mayta Capac, me veo también en las fiestas de quince años cuando me preocupaba por tener el vestido perfecto y recuerdo como me sentía en esos años en que empezaba a descubrir quién era yo.

Fueron Gianmarco, Air Supply cuyas letras de canciones recuerdo copiar a mano una por una y guardarlas como tesoros, Ace of Base, Vanilla Ice, Phill Collins, Vilma Palma e Vampiros, Juan Luis Guerra, Los Ilegales, Los Prisioneros, The Sacados, Mana, Fito Paez y Eros Ramozzotti entre otros quienes me hacen verme saliendo de la universidad riendo con mis amigas, reuniéndonos en alguna casa para hacer un trabajo, soñando con otro chico, bailando rap disfrazada de un huevo gigante en el concurso de baile entre facultades y soñando con conquistar el mundo.

Ya mientras trabajaba en el Cultural eran Santana, Shania Twain, Green Day, Celine Dion, Erasure, The Cranberries, Tiziano Ferro, Miguel Bose con su Morena Mía, nuevamente Eros Ramazzotti, Pedro Suarez Vertiz, Red Hot Chilly Peppers, U2, Robbie Williams además de muchos otros quienes me hacen pensar en mis noches en la discoteca Forum o me veo tomando un trago en la Casa de Klaus, en mis alumnos y en las muchas canciones que cantabamos en clase y en mis amigos y compañeros de trabajo.

Sin duda Enya, Enigma y Alanis Morrissette me recuerdan mis primeros años de casada cuando las escuchaba en mi mini departamento mientras me esmeraba por cocinar el platillo recién aprendido y esperaba ansiosa a que mi esposo me dé el visto bueno.

Como muchos de nosotros tengo canciones específicas que me hacen recordar a personas específicas que como quizás te estés imaginando querido lector son por lo general a los hombres de mi vida. Cuando las escucho los recuerdo con cariño y recuerdo quién era yo en esa época.

Hoy escucho de todo un poco y como la mayoría de nosotros esto depende de mi ánimo y de la situación. Como le comentaba a un amigo hace poco no tengo un cantante o estilo de música preferido y siento que en este tema tengo muchísimo que aprender sin embargo y al igual que a todos, la música ha acompañado mi vida y me ha hecho saltar, bailar, cantar a voz en cuello, enamorarme, me ha acompañado en mis noches de pena por un amor no correspondido, me ha acompañado en mis momentos de alegría por el primer beso esperado y soñado, ha estado conmigo en mis momentos de triunfo y en mis derrotas y me hace pensar en los que quiero, en los que me quieren y en lo buena que es la vida.