sábado, 23 de abril de 2011

Las mujeres de mi vida

Durante mi último viaje y mientras viajaba en el bus, vi una película llamada “La sonrisa de Mona Lisa”. Esta película trata sobre una profesora de arte contemporáneo llamada Katherine Watson que empieza enseñar en una muy prestigiosa universidad femenina en Wellesley en Nueva Inglaterra, en otoño de 1953. Los varios personajes de la historia nos muestran los diferentes arquetipos de mujeres tales como  la independiente profesora, la joven de dinero prejuiciosa y que se piensa dueña de la verdad, la bella mujer que tiene varios amantes, la joven intelectual y bondadosa, la estudiante regordeta que sueña con encontrar el amor y la joven tímida que lucha por liberarse de su familia. El mensaje final de esta película es el que las mujeres sin importar  sus diferentes matices son personas fuertes y luchadoras que a pesar de que la sociedad les dice que su papel principal es el de estar sometidas a los hombres y únicamente ser madres y esposas  tienen dentro de ellas mismas la fortaleza para hacer sus sueños realidad.
Mientras veía la película pensaba en las mujeres que me acompañaban en el viaje, mis amigas y compañeras de trabajo que dejaban a sus familias e hijos en Arequipa para internarse por casi 3 días en un campamento minero para trabajar y pensaba también en todas las mujeres de mi vida. Mi madre y mi abuela, las mujeres más luchadoras y guerreras que conozco, que me enseñaron que una mujer puede ser linda y estar siempre bien arreglada pero cuando es necesario debe ser capaz de sujetarse el cabello en una coleta, remangarse la linda blusa de seda y salir a luchar por su familia. En mi amiga Roxana quien es mayor que yo en 10 años y que me enseño que una mujer debe ser lo suficientemente capaz e inteligente  como para combinar su vida profesional con su vida familiar a la perfección. Pensaba en Gloria, mi jefa quien viajaba a mi lado, una joven menor que yo en  tres años que me enseño que una mujer sin importar su edad puede ser capaz de liderar un equipo siendo ella quien haga en primer lugar aquello que exige de sus subordinados  y que es posible ser eficiente y bondadoso al mismo tiempo. Pensaba en Patricia una persona que dejo de ser mi amiga por cosas de la vida  pero que antes de irse me enseño que solo cuando nos amamos a nosotros mismos podemos empezar a amar a los demás Y pensaba también en las muchas mujeres peruanas que día a día luchan por sus hombres e hijos dándoles algo más que soporte económico y alimento. Les dan algo que las mujeres tenemos en grandes cantidades: sabiduría, fortaleza y amor.
A menudo leo discusiones, bromas y artículos  acerca de las diferencias entre hombres y mujeres y dependiendo del escritor  estas están en favor o en contra de un género u otro. Pienso que son nuestras diferencias lo que hacen que nos complementemos tan bien sin embargo no voy a discutir nuestras  diferencias en esta nota. Voy a rendir un pequeño homenaje a través de ella a las mujeres de mi vida: mi madre, mi abuela, mis tías, primas, amigas y ex amigas, compañeras de estudio y de trabajo, mis varias jefas, maestras, vecinas, a la señora que me ayuda en la casa, la señora que me vende el periódico, la que vende en el mercado, la que atiende en el banco, la señora Juanita que limpia las oficinas de mi trabajo, la buena señora que me saluda desde su ventana cuando paso delante de esta.  Gracias a todas  porque puedo decir  es por lo que aprendí y aprendo de ustedes cada día que yo también puedo ser una mejor mujer.


sábado, 16 de abril de 2011

El por qué de mis preguntas

En los últimos días he puesto en el muro de mi Facebook algunas preguntas acerca de tradiciones o costumbres cotidianas, siglas en inglés de uso común como USB y una pregunta acerca del porqué de la disposición de las letras en los teclados de una computadora. La razón de estos posts no es la hacer gala de mi amplia cultura, la cual no es tan amplia y hasta se podría decir que bastante elemental en algunos aspectos en comparación a la de algunas personas que conozco. Estas preguntas fueron el preámbulo a esta nota. 
Cuando pensamos en cuantas tradiciones y costumbres seguimos sin cuestionar, en cuantas palabras decimos sin realmente saber su significado y en cuantas cosas asumimos como normales nos damos cuenta de que mucho de lo seguido, dicho y asumido tiene una razón por lo general distinta a lo que pensamos  y que en ocasiones es bastante sorprendente.  Y si llevamos este razonamiento a otros campos como la sexualidad, la religión, la diferencia entre hombres y mujeres, las diferencias raciales, etc nos podremos dar cuenta de que mucho de lo que creemos no está basado en nuestra experiencia personal sino más bien en aquello que nuestros padres y maestros nos enseñaron de niños,  lo que la sociedad, nuestros amigos, compañeros de trabajo y en general las personas que llegaron a nuestra vida nos enseñaron, y que también les fue enseñado a ellos. El propósito de esta nota es el de hacer una reflexión: ¿Qué tan cierto es aquello que nos han enseñado? Qué tanto se aplica a mi ahora? ¿Qué hay detrás de esta o aquella regla social o creencia religiosa? ¿Debería de seguirla porque todos lo hacen o debería de cuestionarla?
Quizás algunos lectores piensen que esta reflexión tiene un carácter  anarquista, que la sociedad y la religión son necesarias para que podamos vivir en comunidad como personas normales y pienso que es verdad en parte. Pero y sin ánimo de querer incitar a la anarquía me pregunto: ¿Qué es “normal”? ¿Quién dijo cuál era la medida de lo normal, de lo correcto, lo bueno y lo malo? Quien sea que lo hizo no fue muy exitoso en mi opinión porque la vida y la sociedad a pesar de ser “normal” hoy en día, no es precisamente el ideal que se espera y muchas personas viven sometidas a reglas y prejuicios sociales que siguen y respetan aún cuando su naturaleza les dice que no es lo mejor.
Espero querido lector que esta nota despierte en ti la curiosidad de saber  si aquello en lo que crees lo crees porque así lo sientes o porque se te dijo que así debería ser. Este cuestionar motiva diariamente a muchas personas que no se conforman con lo “normal” y a quienes en ocasiones se las tilda de locos y esta es mi última pregunta: ¿Quién es más loco, aquel que sigue a los demás solo porque todos lo hacen o aquel que no sigue a los demás, que cuestiona las verdades de los demás  y las propias y sigue a su corazón y lo que siente que es correcto sabiendo que dentro de nosotros nuestra bondad natural siempre nos indicará el mejor camino?

sábado, 9 de abril de 2011

Mi querido ángel


      “Ángel de la guarda, dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día.”
Recuerdo que de niña rezaba esta oración cada noche junto a mi madre o mi dulce abuela antes de dormir y de verdad creía que mi ángel de la guarda me protegería de día y de noche. Con el tiempo y mientras fui creciendo fui olvidando a mi querido ángel al punto de no recordarlo o hablar con él por muchos años.
Ya de adulta y en una de esas crisis existenciales empecé a preguntarme que era la vida, me preguntaba si era esto que vemos y percibimos con nuestros cinco sentidos o algo más, algo que no vemos pero sentimos que existe. Recuerdo que a menudo hacía esta reflexión: Si esto que vivo es la vida y no hay más, entonces debería morir pues ya hice todo lo que se supone debía hacer. Y fue esta reflexión, este buscar ese algo más que me llevo a reencontrarme con mi ángel. Fue mientras leía un libro de metafísica y asistía a un curso de sanación con imposición de manos que conocí a una linda señora que me ofreció asistir a un curso de ángeles. Fui y en ese curso aprendí que los ángeles tienen su propio nombre, que existen jerarquías dentro de su mundo, que los diferentes arcángeles son regentes  de los diferentes rayos y  que podemos cubrir con la luz  de diferente color de cada rayo a una persona o situación para ayudarla, aprendí a invocarlos a través de un mantra y lo más importante, aprendí que ellos respetan nuestro libre albedrío y que solo intervienen para ayudarnos si así se lo pedimos, de otra manera  solo se limitan a acompañarnos en situaciones difíciles.  Y como atraemos a nuestras vidas aquello en que pensamos, en esa época también  llegó a mis manos un libro que narra la historia de un hombre que viaja desde muy lejos para aprender el nombre de su ángel. Esto me hizo querer saber el nombre de mi ángel y empecé a pedirle y pedirle que me lo diga y lo hizo. Una mañana desperté con un nombre extraño en mi mente y supe que esa era el nombre de mi angelito. Desde entonces lo llamo por el siempre que conversamos o le pido algo.
Desde que aprendí sobre los ángeles estos se han vuelto una presencia activa en mi vida, cuando me siento en peligro o sé que voy a ir por un lugar peligroso le pido inmediatamente a mi angelito que me cuide. Cuando viajo le pido al arcángel Miguel que envíe sus ángeles de la protección y envuelvo el bus o avión en luz azul. Si sé de alguien enfermo o veo un accidente, le pido al arcángel Rafael que envíe a sus ángeles de la sanación para ayudar a esa persona. El otro día un buen amigo me comentaba que él usaba el color violeta para transmutar una mala situación y así es, el arcángel regente de este rayo es Zadkiel. Si necesito sabiduría para resolver un problema le pido al arcángel Jofiel me envuelva en su luz dorada. El arcángel del rayo rosa es el arcángel Chamuel y su luz me llena de amor. Si es paz lo que necesito le pido al arcángel Gabriel su luz blanca de la paz y la tranquilidad y finalmente si es prosperidad o suministro lo que quiero, el arcángel  Uriel, regente del rayo oro rubí me ayuda.
Puedo decir que mi angelito de la guarda me ha ayudado en infinidad de veces, recuerdo la vez que por descuido deje mi anillo de compromiso, mi alianza de matrimonio y un anillo de plata en el baño público del Cultural y que después de dos horas y cuando me di cuenta del olvido le pedí a mi ángel que me los devuelva.  Subí muy triste a mi clase y al preguntarle a las alumnas si alguien había encontrado estos anillos, mis alumnos me propusieron ir en parejas a preguntar por todos los salones del edificio. Lo hicimos y fue precisamente en el salón cuya puerta yo toque que se encontraba una linda chica que puso en mi mano mis anillos de vuelta. Ella me explico que pensó entregarlos a la oficina de secretaria pero que algo como una voz le había dicho que los guarde ella misma. Y fue así como recuperé mis queridos anillos. Puedo también mencionar las veces en que no encuentro algo y le pido a mi angelito que me ayude y así lo hace. Cuando tengo un problema complicado, me duermo pidiéndole ayuda a mi ángel y a menudo despierto con una solución para mi problema. Estos son algunos ejemplos de cómo mi querido ángel me ayuda. En ocasiones cuando converso con él no le pido nada y simplemente le agradezco por estar allí o le cuento como va a ser mi día. Cuando algo bueno me sucede mi reacción es decirle: Gracias angelito querido por esto.  
En esta época de avance tecnológico y de conocimiento donde la tendencia consumista y materialista rige la vida de muchos es cada vez más fácil encontrar personas que no creen en ángeles, en milagros y en la presencia de seres de luz. Espero querido lector que después de leer esta nota, recuerdes o consideres conversar con tu angelito de la guarda que de seguro está listo y esperando que te comuniques con él o ella. Siempre recordemos que los ángeles son seres de luz que nos acompañarán y cubrirán con su amor y protección durante toda nuestra vida pues ese es el propósito de su existencia.  



lunes, 4 de abril de 2011

¡Gracias chicos!

El otro día leí una linda nota escrita por una joven que acaba de graduarse de la universidad y el leerla me hizo pensar en mi vida profesional y en como terminé siendo consultora académica.
Si las cosas hubieran seguido el plan original a este punto no sabría la diferencia entre un warm up y un wrap up en una clase de inglés sino más bien sería una  experta en el código civil o algunos de esos temas relacionados al derecho. Recuerdo que de adolescente  me desesperaba cuando al preguntarle a mi padre que debería estudiar él se limitaba decirme que estudie aquello  que me haga feliz. Esa respuesta no me satisfacía en lo absoluto y me dejaba en la misma duda.
Cuando  terminé el colegio decidí estudiar derecho pero después del primer año de universidad empecé a trabajar en un colegio importante de Tacna, la ciudad donde vivía, y fue allí donde descubrí la profesión que me haría feliz como decía mi padre: la docencia. Al término de ese año renuncie al colegio y deje la universidad privada en la que estudiaba para ingresar a la universidad nacional en donde por cinco años me entrené en técnicas de enseñanza, metodología, literatura, lingüística y demás cursos relacionados a la enseñanza del idioma inglés y de idiomas en general. Recuerdo que empecé a enseñar al iniciar mi tercer año de universidad y que mientras muchos de mis compañeros salían conversando y riendo de clases yo corría por los pasillos para llegar a tiempo a mi trabajo. Cuando pienso en esos tiempos me pregunto cómo lograba trabajar, estudiar y hacer prácticas profesionales al mismo tiempo.  El caso es que me gradué y modestia aparte lo hice con honores.  Ya para esto era profesora a tiempo completo en el Centro Cultural Peruano Norteamericano – El Cultural. No voy a narrar en esta nota mi trabajo en este lugar pero si un comentario que solía hacer cada vez que alguien me preguntaba si enseñaba en un colegio. Mi respuesta siempre era: “No, enseñar en colegio no es para mí.”
Y como la vida siempre da vueltas, el año pasado después de renunciar al Cultural de Arequipa luego de haber trabajado por 12 años allí y de ser consultora académica para una editorial por dos años empecé a enseñar en un colegio y debo decir que esta fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida profesional. No diré que todo fue fácil pero si diré que ahora que lo veo hacia atrás lo disfrute mucho. Disfruté mucho de compartir con mis queridos alumnos  canciones, sonrisa, juegos, retos y logros académicos. Debo decir también que me frustré cuando no podía enseñarles como yo sabía que se debía de hacer, que me desesperé cuando tenía que cuidar en los recreos en zonas en donde los alumnos más grandes del colegio suelen reunirse para jugar, alumnos cuyos nombres no sabía y quienes por ser profesora nueva en el colegio no me veían como una autoridad necesariamente. Y no puedo dejar  de mencionar que me sentí orgullosa cuando mis alumnos sacaban buenas notas, cuando respondían en inglés a mis preguntas y cuando los padres de familia me comentaban lo contentos que estaban sus hijos. Si hago un resumen de mi año en el colegio creo que la experiencia fue más que satisfactoria. Y que me da mucho gusto el aún ahora seguir en contacto a través del Facebook con algunos de mis alumnos y seguir recibiendo nuestras de cariño de parte de ellos.
Cuando pienso en qué es lo mejor que aprendí de esta experiencia es: que a menudo los adultos perdemos la capacidad de sorprendernos y que dejamos de ser espontáneos. Mi año en el colegio me recordó la importancia de ser transparente en tus sentimientos y de decir lo que piensas, cosa que los niños y adolescentes sí hacen.  Me recordó también mi motivación inicial de hace 15 años para estudiar docencia: enseñar no solo inglés como lengua sino el poder hacer desde mi salón de clase la diferencia en mi sociedad. Y espero haber podido lograr ese objetivo aunque sea un poquito.
Ahora soy consultora académica nuevamente o "teacher trainer" como dice mi tarjeta y ya no trabajo con alumnos sino más bien con maestros. Mi trabajo consiste en dar capacitación a maestros de inglés por todo el sur, además de organizar programas de acompañamiento académico en diferentes colegios de esta región y eventos de capacitación. Creo sinceramente que enseñar en el colegio me ha hecho una mejor consultora porque aquello que ahora predico en mis talleres viene combinado con la experiencia de haberlo vivido.
Esta nota tiene dos propósitos: el de compartir un poco de mi vida profesional y el de agradecer a través de ella a mis queridos alumnitos del colegio Peruano Alemán Max Uhle por un año lleno de sonrisas, de cariño, de logros, de enojos que me hicieron aprender y de poder haber sido para ellos la “seño Gretha.”  ¡Gracias chicos!