lunes, 4 de abril de 2011

¡Gracias chicos!

El otro día leí una linda nota escrita por una joven que acaba de graduarse de la universidad y el leerla me hizo pensar en mi vida profesional y en como terminé siendo consultora académica.
Si las cosas hubieran seguido el plan original a este punto no sabría la diferencia entre un warm up y un wrap up en una clase de inglés sino más bien sería una  experta en el código civil o algunos de esos temas relacionados al derecho. Recuerdo que de adolescente  me desesperaba cuando al preguntarle a mi padre que debería estudiar él se limitaba decirme que estudie aquello  que me haga feliz. Esa respuesta no me satisfacía en lo absoluto y me dejaba en la misma duda.
Cuando  terminé el colegio decidí estudiar derecho pero después del primer año de universidad empecé a trabajar en un colegio importante de Tacna, la ciudad donde vivía, y fue allí donde descubrí la profesión que me haría feliz como decía mi padre: la docencia. Al término de ese año renuncie al colegio y deje la universidad privada en la que estudiaba para ingresar a la universidad nacional en donde por cinco años me entrené en técnicas de enseñanza, metodología, literatura, lingüística y demás cursos relacionados a la enseñanza del idioma inglés y de idiomas en general. Recuerdo que empecé a enseñar al iniciar mi tercer año de universidad y que mientras muchos de mis compañeros salían conversando y riendo de clases yo corría por los pasillos para llegar a tiempo a mi trabajo. Cuando pienso en esos tiempos me pregunto cómo lograba trabajar, estudiar y hacer prácticas profesionales al mismo tiempo.  El caso es que me gradué y modestia aparte lo hice con honores.  Ya para esto era profesora a tiempo completo en el Centro Cultural Peruano Norteamericano – El Cultural. No voy a narrar en esta nota mi trabajo en este lugar pero si un comentario que solía hacer cada vez que alguien me preguntaba si enseñaba en un colegio. Mi respuesta siempre era: “No, enseñar en colegio no es para mí.”
Y como la vida siempre da vueltas, el año pasado después de renunciar al Cultural de Arequipa luego de haber trabajado por 12 años allí y de ser consultora académica para una editorial por dos años empecé a enseñar en un colegio y debo decir que esta fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida profesional. No diré que todo fue fácil pero si diré que ahora que lo veo hacia atrás lo disfrute mucho. Disfruté mucho de compartir con mis queridos alumnos  canciones, sonrisa, juegos, retos y logros académicos. Debo decir también que me frustré cuando no podía enseñarles como yo sabía que se debía de hacer, que me desesperé cuando tenía que cuidar en los recreos en zonas en donde los alumnos más grandes del colegio suelen reunirse para jugar, alumnos cuyos nombres no sabía y quienes por ser profesora nueva en el colegio no me veían como una autoridad necesariamente. Y no puedo dejar  de mencionar que me sentí orgullosa cuando mis alumnos sacaban buenas notas, cuando respondían en inglés a mis preguntas y cuando los padres de familia me comentaban lo contentos que estaban sus hijos. Si hago un resumen de mi año en el colegio creo que la experiencia fue más que satisfactoria. Y que me da mucho gusto el aún ahora seguir en contacto a través del Facebook con algunos de mis alumnos y seguir recibiendo nuestras de cariño de parte de ellos.
Cuando pienso en qué es lo mejor que aprendí de esta experiencia es: que a menudo los adultos perdemos la capacidad de sorprendernos y que dejamos de ser espontáneos. Mi año en el colegio me recordó la importancia de ser transparente en tus sentimientos y de decir lo que piensas, cosa que los niños y adolescentes sí hacen.  Me recordó también mi motivación inicial de hace 15 años para estudiar docencia: enseñar no solo inglés como lengua sino el poder hacer desde mi salón de clase la diferencia en mi sociedad. Y espero haber podido lograr ese objetivo aunque sea un poquito.
Ahora soy consultora académica nuevamente o "teacher trainer" como dice mi tarjeta y ya no trabajo con alumnos sino más bien con maestros. Mi trabajo consiste en dar capacitación a maestros de inglés por todo el sur, además de organizar programas de acompañamiento académico en diferentes colegios de esta región y eventos de capacitación. Creo sinceramente que enseñar en el colegio me ha hecho una mejor consultora porque aquello que ahora predico en mis talleres viene combinado con la experiencia de haberlo vivido.
Esta nota tiene dos propósitos: el de compartir un poco de mi vida profesional y el de agradecer a través de ella a mis queridos alumnitos del colegio Peruano Alemán Max Uhle por un año lleno de sonrisas, de cariño, de logros, de enojos que me hicieron aprender y de poder haber sido para ellos la “seño Gretha.”  ¡Gracias chicos!