domingo, 8 de mayo de 2011

Una sensible guerrera

Ayer leí una nota que un querido amigo había escrito sobre su madre, eso me hizo pensar que también me gustaría escribir sobre la mía. Finalmente decidí escribir sobre mi querida abuela ya que es a partir de ella que mi madre se convirtió en la mujer fuerte y luchadora que siempre ha sido
Cuando pienso en mi abuela, la recuerdo gordita, con las mejillas rosadas, vistiendo una falda y blusa o vestido y sobre esto sus infaltables mandiles (mandiles que ella misma cosía) y sus legendarios zapatitos de tela con un pompón al frente los cuales todavía hoy se pueden comprar en Bata. Peinaba su largo cabello en un moño que sujetaba con unas anticuadas horquillas, horquillas que nunca más he visto usar a alguien.
La recuerdo preparando el almuerzo, limpiando su casa, atendiendo a sus conejos y gallinas y  a sus amados canarios pero sobretodo cuidándonos a todos, siempre preocupada por sus hijos y nietos y por los varios “hijos adoptivos” que tuvo, personas que la conocían y a quienes ella atendía y cuidaba como si fueran hijos propios. Y también la recuerdo viendo sus telenovelas por la tarde con las manos siempre ocupadas ya sea tejiendo, bordando  un mantel, pelando frutas para hacer mermelada, desgranando maíz para hacer tamales o amasando harina para preparar una torta.
Quien la hubiera visto así tranquila y relajada no hubiera imaginado que esa mujer cálida y de ojitos coquetones se había quedado viuda a los 24 años con 4 hijos pequeños en los brazos  sin familia ni dinero joven y bella pero muy sola.
Cuando esto sucedió, esta mujer decidió luchar por sus hijos y así lo hizo. Trabajo haciendo de todo desde atender en una tienda, arrendar una chacra para cultivar café y tener una concesión de cerveza hasta que finalmente decidió venirse a Arequipa con sus hijos en donde atendió ciegos en el Instituto de Ciegos, para luego  encontrar trabajo en la fábrica de tejidos Clisa en donde fue operaria por muchos años.  Además tejía a crochet, bordaba manteles a punto, cosía y hacia mermeladas y postres para ayudarse con los gastos del hogar. Sus hijos siempre tuvieron lo necesario, alimento, vestido y educación y una fuerte formación moral y religiosa. Con esa sabiduría práctica de mujer luchadora, mi abuela les enseño a ser personas honestas, trabajadoras y sobretodo a tener dignidad.
Si bien siempre estuvo sola, mi abuelo quién fue un médico e ingeniero alemán que salió de su país con un grupo de amigos buscando aventura y llegó al Perú luego de casi ser ejecutado en un país latino y que a pesar de haber sido alcalde en Quillabamba y trabajar como ingeniero en Cusco nunca compró ninguna propiedad pues siempre planeó volver a su país con su familia, fue una presencia constante en su vida. Recuerdo haber crecido escuchando las historias de mi abuela de como la noche anterior al terremoto del 50 ella se soñó que él venia y le decía: “No te muevas de este lugar (un pequeño puente que unía su casa con la calle principal) quédate aquí con tus hijos que nada te va a pasar”. A la mañana siguiente cuando el terremoto empezó, mi abuela recordó su sueño e hizo exactamente lo que su esposo le había dicho. No hay que decir que nada la sucedió a ella ni a sus hijos y que en su casa no se rompió ni un vaso. Quizás aún existan las fotos que le sacaron a su pequeña casita arrendada en los periódicos mostrando una de las pocas propiedades que no sufrió daño alguno durante el terremoto.
En otra ocasión, mientras viajaba con sus hijos en tren escuchó en sueños las voz de mi abuelo diciéndole: “Albina , despierta, despierta”. Al hacerlo asustada se dio cuenta de que el vagón en el que iban se había descarrilado y estaban por caerse al río Vilcanota. Alarmada despertó a los demás pasajeros y pudieron parar el vagón a tiempo.
Sucedió también que mi abuela lloraba porque no encontraba una cantidad de dinero que había ahorrado, no sabía con certeza si la había perdido o si se la habían robado. Esa noche en sueños su esposo le mostró a una anciana que vivía cerca de su casa y le explicó que ella había perdido el dinero y que esa señora lo había encontrado. Sus palabras fueron: “Ella lo necesitaba más que tú, pero yo te lo voy a devolver. Es un préstamo nomás.” A los pocos días un señor vino a hacerle un pedido en el negocio de concesión de cerveza que tenía cuya ganancia fue exactamente la cantidad de dinero que había perdido.
Como estas historias tenemos en mi familia muchas más que son contadas en almuerzos y reuniones. Yo recuerdo ver a mi abuela llorando en su cama con la rodilla vendada porque un motociclista la había arrollado. Ella no lloraba de dolor sino porque que se lamentaba no haberle hecho caso a mi abuelo quién en sueños le había llamado la atención porque ella salía todos los días al mercado. Mi pobre abuela se lamentaba no haber hecho caso del sueño y haber sido arrollada. O la ocasión en casi fue atropellada por un auto. Esto no sucedió gracias a que al escuchar la voz de mi abuelo que fuertemente llamaba su nombre se detuvo un segundo antes de que el auto doble la esquina a toda velocidad.
Cuando pienso en estas historias encuentro una explicación de porque siempre he creído  que esta vida no es todo lo que existe. Creo que cuando mi abuela murió su esposo vino a acompañarla como lo había hecho durante toda su vida.
Recuerdo que hace unos días comentaba con un amigo la diferencia entre ser sensible , fuerte y débil y hoy pienso en mi querida abuela, a menudo se la veía llorar mientras miraba sus telenovelas o cuando se enojaba u ofendía, quien así lo hacía podría haber pensado que ella era una mujer débil cuando no era así en absoluto. Esa mujer nos hizo a todos nosotros, ella nos creó con esfuerzo y dedicación, trabajo como un hombre por sus hijos, lucho contra las monjas que quisieron arrebatarle a dos de sus hijas cuando se quedó viuda, cultivo la tierra con sus peones en la chacra que arrendó y no por eso dejo su carácter sensible y alegre.
También comentaba como los hijos aprenden con el ejemplo y estoy muy de acuerdo. Pienso que cuando somos niños aprendemos inconscientemente de nuestros padres y abuelos como es la vida ya que ellos son nuestro primer modelo de esta. Siempre he creído que yo vengo de una familia de mujeres guerreras, mi abuela y mi madre viuda también me enseñaron que es posible ser muy sensible pero fuerte al mismo tiempo.
Esta nota tan personal es una manera de celebrar este día de la madre diciendo: Gracias mamá Albina por todo tu cariño y dedicación y porque gracias a ti hoy somos lo que somos.

1 comentario:

  1. Que agradables y maravillosos recuerdos,los tengo tambien presentes y es un bello homenaje a nuestra menuda y vivaz abuelita quien siempre tenía algo que ofrecernos.

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