
Se levantó de la cama, se dirigió a la ducha y empezó su día como de costumbre. Una vez en su oficina se zambullo en el trabajo y no pensó más en su sueño. Fue durante el fin de semana cuando decidió aceptar la invitación de una amiga para ir al centro comercial a mirar tiendas y comer algo que sucedió. Mientras se dirigía al estacionamiento a recoger su auto, sintió una mano que le tocaba el hombro y una voz que le decía, “disculpa, creo que esto es tuyo.” Al voltear lo vio, era él. El hombre de su sueño, vestía la misma ropa, llevaba la misma pulsera en la muñeca derecha y sonreía encantadoramente como en su sueño. Ella no atinaba a contestar y se limitó a sonreírle al joven hombre que le extendía un fino reloj de pulsera que al parecer ella había dejado caer sin darse cuenta. Irene tomo el reloj distraída sin dejar de mirarlo sorprendida.
Cuando por fin pudo articular palabras estas fueron: “Hola ¿te acuerdas de mi? soy Irene nos conocimos en un sueño”. El joven hombre sonrió y aun cuando podríamos pensar que su respuesta seria un rotundo "no, debes estar loca". El le dijo: ”Claro que sí Irene. Sabía que te vería de nuevo. ¡Vamos te invito un café!”
Irene tomo la mano que él le ofrecía y lo acompaño a tomar un café. No sabemos con certeza si lo que sucedió después fue como un sueño pero si sabemos que Irene y él estaban destinados a conocerse.